Así, con este titular el semanario «Ecos» de Orihuela, publicaba un artículo el 9 de febrero de 1919 dedicado al pintor oriolano Joaquín Agrasot y Juan, con motivo de su reciente fallecimiento en Valencia, el 8 de enero de dicho año, iniciando una campaña en su favor para que fuera honrada su memoria.

Hacía poco que Orihuela le había tributado un homenaje, al rotular con su nombre la calle de la Corredera. Hecho que sucedió el 8 de agosto de 1908, al aprobarlo la Corporación Municipal, a instancias de los periódicos oriolanos «La Comarca», «El Diario» y «La Huerta». Pero, centrémonos en los primeros momentos al conocerse en su tierra natal la noticia del óbito, del cual el citado «Ecos» hizo referencia entre sus páginas el 12 de enero, reconociendo al artista como un «pintor de gran mérito». Si bien, días después, dicho periódico se lamentaba que todavía no se había hecho nada en Orihuela para recordarlo, sí que anunció un primer homenaje al mismo en Madrid, con una «velada necrológica» que se llevó a cabo el viernes 17 de enero, en honor del «ilustre pintor valenciano».

El diario «Abc» del día siguiente, referenciaba el acto que se celebró en el salón permanente de exposiciones del Círculo de Bellas Artes, siendo presidido por el director general de Bellas Artes, Mariano Benlliure, el cual estuvo en la acompañado por Álvaro Arranz y Santamaría, directivo de dicha institución, del escultor Mateo Inurria y del crítico de arte, José Francés, que realizó la semblanza del pintor. Entre sus palabras, que son reproducidas por Antonio Sequeros en su libro «El pintor oriolano Joaquín Agrasot», dijo: «Muere Agrasot cuando empiezan a cargarse fusiles y cañones para otra guerra civil, o cuando el reguero de la enloquecida reivindicación societaria, del bárbaro, pero justo, desquite de los oprimidos y de los despreciados, será ley suprema sobre el mundo... Y entre aquella guerra carlista de 1836, y este alzamiento de la Cataluña separatista del año 1918, que espectáculo el de nuestra convulsa, palpitante patria, desangrándose y esforzándose en sostener, más alta de sus catástrofes rojas, la bandera y la testa lívida de cólera y heroísmo». Esto se decía hace cien años. Y, para finalizar el acto, Mariano Benlliure ofreció pensiones a artistas pobres para así, perpetuar la memoria de Joaquín Agrasot.

Por otro lado, el 2 de febrero, la Corporación Municipal presidida por Antonio Balaguer Ruiz trataba sobre el fallecimiento del insigne pintor. En dicha sesión «se intenta dar lectura» a un escrito de la Sociedad Valenciana «Lo Rat Penat» dando el pésame al Ayuntamiento. Pero el concejal José Martínez Arenas al comprobar que dicho escrito venía redactado en valenciano solicitó que la Corporación Municipal no consintiera su lectura, por no estar escrito en castellano «idioma oficial». Ante este hecho, se procedió a votar arrojando un empate, que fue decidido por el voto de calidad del alcalde, que decidió que no se leyera.

Así mismo, se trató otro escrito del Círculo de Bellas Artes de Valencia invitando a que el Ayuntamiento oriolano colaborara con alguna cantidad para erigir un busto de Agrasot en la ciudad del Turia, lo cual fue aprobado por unanimidad, ofreciendo la cantidad de 500 pesetas, de las de entonces. Pero el tema no quedó ahí, ya que el concejal Manuel Bonafós Amezúa se lamentaba de que Orihuela fuera a «remolque» de Valencia, y propuso que se colocara un busto en el jardín de la Plaza de la Constitución (Plaza Nueva), o una lápida en la casa donde nació.

Sin embargo, apuntaba que no se llevara a cabo la colocación de un retrato del pintor en el Salón de Sesiones de la Casa Consistorial, ya que «sería someter a una continua tortura al maestro ilustre poniendo su venerable figura frente o junto al cuadro del Sr. ( Trinitario Ruiz) Valarino, que todavía no se le había abonado». A final, por unanimidad, se acordó emplazar una placa en su casa natalicia y pagar el cuadro lo antes posible a sus herederos.

Ignoro si todo ello se llevó a cabo, y como siempre, tal vez en aquella ocasión Orihuela no supo «honrar a los nuestros».