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En busca del hombre fuerte

Una globalización que favorece sobre todo a un pequeño sector, el más rico o ilustrado de la población, mientras genera desamparo y temor en la gran mayoría propicia la búsqueda de soluciones tan simplistas como drásticas.

Soluciones como las que propone el hombre fuerte de la ultraderecha italiana, el ministro del Interior, Matteo Salvini, en quien seguramente se fijan ya otros líderes de esa corriente populista, incluido nuestro Vox.

Salvini es no sólo quien lleva en el Gobierno de Roma la voz cantante en detrimento de su socio de coalición, el desdibujado dirigente de Cinque Stelle, Luigi di Maio, sino que ambiciona incluso liderar la ultraderecha europea.

En una de sus recientes públicas ante sus seguidores en Roma, Salvini se dijo harto de oír a todos quejarse de que Europa "corre peligro por culpa de los populistas, los fascistas, por los Salvini, Le Pen o Alternativa para Alemania".

Para el líder de la Liga y vicepresidente del Gobierno italiano, el problema es, sin embargo, tan simple como que "llevan décadas gobernando siempre los mismos".

Los observadores no parecen tener duda alguna de que el partido ultranacionalista de Salvini ganará fácilmente elecciones italianas al Parlamento europeo frente a sus aliados de Cinque Stelle.

Éstos aparecen cada vez más desorientados y dan continuas muestras de su bisoñez política mientras que su otro rival, el Partido Democrático, del ex jefe de Gobierno Matteo Renzi, no encuentra su rumbo.

Salvini parece dominar la política italiana como en su día la dominaba el líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, aunque su estilo es mucho más áspero y duro que el de este último.

Y precisamente su dureza en temas como la inmigración, tema favorito de sus discursos, le da indudables réditos electorales.

"Freno a las invasiones", "Cerremos nuestros puertos", "Los italianos, primero" son eslóganes claramente racistas, en el más puro estilo Trump, pero que parecen gustar a sus numerosos seguidores.

Mientras siga siendo ministro del Interior , afirma Salvini, los puertos de Italia seguirán cerrados a "los traficantes de personas" sin que vayan a hacer en él mella "chantajes" ni "mentiras".

A Salvini le gusta además exhibirse con sudaderas que llevan en grandes letras la palabra "Policía", lo que, como escribió irónicamente el diario liberal italiano "La Repubblica," le hace aparecer siempre como el "sheriff" de Italia.

Y hasta el líder de Cinque Stelle, que pretendía mostrar una actitud algo más compasiva que la de Salvini en materia de inmigración, no ha tenido más remedio que rendirse a la evidencia de quién manda de verdad en Italia.

Di Maio, también vicepresidente del Gobierno, había propuesto en Facebook que Italia diera "una lección de humanidad a Europa" acogiendo al menos a los niños y las madres que transportan los barcos de inmigrantes a los que ningún país quiere recibir en sus puertos.

Hasta que Salvini dejó las cosas meridianamente claras: En temas de inmigración, le replicó a su socio, "el único que decide soy yo".

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