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Desde mi terraza

Los pactos

La palabra pacto viene del latín pactum, que literalmente se traduce como «algo negociado». Y puesto que estamos inmersos en un «pacto andaluz» que a muchos nos preocupa porque puede sentar un precedente de futuro, no muy conveniente por lo que supone de regresión democrática, me permito hacer algunas consideraciones. La irrupción de Vox en Andalucía, con 12 diputados en aquel parlamento, es perfectamente legal y legítima; y, como se sabe, la agrupación de extrema derecha se ha convertido en la llave que permitirá la caída del PSOE, fuerza política gobernante durante 36 años.

El Partido Popular y Ciudadanos negocian hacerse con el gobierno andaluz con la ayuda de Vox que ha impuesto sus condiciones para otorgarles su apoyo; y es ahí hacia donde dirijo mis comentarios puesto que algunos de los puntos exigidos parecen inaceptables desde un punto de vista democrático: personalmente me parece aberrante la exigencia de expulsión de España de 52.000 inmigrantes y la derogación de la Ley de Violencia de Género sustituyéndola por lo que denominan Ley de Violencia Doméstica. Junto a otros puntos, claro. Porque las negociaciones para alcanzar el poder que lleve a un pacto gubernamental tienen un límite que impone el sentido común, que incluye algo tan deteriorado como es la solidaridad; como digo, se corre el peligro de que posicionamientos regresivos se extiendan como ideología, aunque sea residual, en el diversas convocatorias electorales que se avecinan. En nuestra vida diaria pactamos todo en negociaciones que pasan inadvertidas, aunque en el fondo son eso, pactos; por eso repugna lo que se está convirtiendo en fruta del tiempo, las agresiones sexuales a mujeres (en menor medida a los hombres) ya no solo individualmente sino en grupo.

Que un hombre o un grupo de hombres utilicen la superioridad física para atacar a una mujer es inadmisible, las relaciones sexuales deben ser pactadas siempre, de forma expresa o tácita, tanto da; y es terrible que el tan comentado suceso de «la manada» en los sanfermines de hace unos años esté sirviendo para convertir en moda tan execrable actuación. ¿Pero qué es esto? ¿Cómo es posible que un hombre joven y teóricamente demócrata como el señor Casado se aleje de una ley tan humana como lógica, aceptando su sustitución por otra enclavada en el ámbito doméstico? Por mucho que algún sector social, que va en aumento desgraciadamente, se empeñe en aplaudir las exigencias de Vox, hay puntos que resultan inadmisibles y que traspasan la frontera de la legítima aspiración a que la región o comunidad más grande de España cambie de color político. Y espero que tanto el PP como Ciudadanos se mantengan en la opinión expresada de que esas exigencias son un despropósito.

Lo mejor que podemos hacer los demócratas es dejar de hablar de Vox para dejarles sin voz; me viene a la memoria las difíciles negociaciones que representantes de fuerzas políticas antagónicas llevaron a cabo parta sacar adelante el proyecto para la redacción de la Constitución hoy vigente, y que supuso ceder y ceder en puntos difíciles, llegando al célebre «café para todos»: todos de acuerdo aunque todos insatisfechos. Pero fue un pacto positivo que nos hizo llegar hasta hoy, aun con la opinión general de que es un pacto con necesidad de revisión.

El partido ultraderechista exige una regeneración de la política económica para que desaparezca la corrupción que tanto daño ha hecho a la comunidad andaluza, exigencia que todos compartimos; no tanto su deseo de desaparición del Estado de las Autonomías, y sí parece cuando menos sujeto a estudio el que la educación y la sanidad pasen a ser competencia estatal, personalmente no me parece descabellado. De cualquier forma, y en términos generales, resulta lamentable que un partido político minoritario ponga en jaque todo un entramado político social que, con sus evidentes imperfecciones, nos ha permitido llegar hasta donde estamos, con logros que no podemos permitir que den un paso atrás.

La Perla. «Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados» (Gandhi)

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