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Enero

Enero es un agente de viajes aburrido. Mira el periódico en su ordenador. Enero es un señor de edad contento con una camisa de marca que ha adquirido a la mitad de precio merced a las rebajas. Ya sólo dicen lo de «merced a» los hombres de edad, incluso si no tienen para camisas de marca. También lo dicen los columnistas, los cronistas deportivos (el Rayo quedó a merced de la delantera local) y los actores que declaman ciertos papeles decimonónicos. Enero cuesta. Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas, parece que la Navidad fue hace un siglo y media humanidad está a esta hora matriculándose en un gimnasio. La cinta para correr se enciende en ese botón, caballero. Al menos es martes. Los martes han sido calumniados por el refranero, lo de ni casarse ni embarcarse, refranero que no ha tenido tantas agallas para meterse con los lunes.

Tropieza aún uno en el salón con un papel que envolvió un regalo para el pequeño, que a esta hora andará romanizándose junto a sus compañeritas y compañeritos en un patio de colegio ventoso pero de Mediterráneo cielo. No habrá las escarchas de Castilla ni las nieves de Álava ni la gelidez de Soria. Más escarpada y difícil es la cuesta de septiembre. Así que mírelo por ese lado, podríamos estar en septiembre pero lo cierto es que estamos en enero. Y vivos, que no es poco. Enero caliente, el diablo trae en el vientre. No se pese. No fume, no divague. O, mejor, divague. Si es concejal, cómprese un traje nuevo para Fitur, que pronto hay elecciones. Piense en los atractivos de enero: la nueva película de José Luis Cuerda, los almendros en flor, la resurrección del detective Carvalho de la mano de Carlos Zenón. Besugo de enero, vale un carnero. No es enero mes para trabajo en el huerto.

En el huerto de nuestras ilusiones iremos plantando semillas para que los proyectos cuajen en febrero o primavera. Cómprese una agenda. Invente una receta, experimente. Coja un libro de esos que le han regalado. Léalo incluso. Arrímese a la chimenea y si no tiene, arrímese a alguien que la tenga. Encendida. Enero es un instagramer cavilando. Un pastor desorientado oyendo un transistor, si bien un pastor desorientado oyendo un transistor es un personaje de columna que bien puede colarse también en una columna sobre marzo u octubre.

«Qué tristeza de vagos misterios en sus nieblas heladas esconden esas tardes sin sol ni luceros», nos dejó escrito Juan Ramón Jiménez en un poema sobre enero. Entre en una agencia de viajes. De viajes a su interior, incluso.

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