Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

F. J. Bernabé

Hijos de una nueva sociedad

a sociedad en que vivimos, en este país y en esta provincia, poco tiene que ver ya con la que vio nacer la Constitución Española, de la que se acaba de celebrar su 40 cumpleaños. El número de matrimonios se desploma y de manera más significativa los que se realizan por la Iglesia, que se han reducido un 75% desde 1996. La cada vez mayor -por fortuna- independencia económica de la mujer frente al hombre y la insufrible lacra de la precariedad en el empleo a la que nos ha avocado una profunda crisis económica y una dura reforma laboral hacen que muchas parejas pospongan la decisión de unir sus vidas legalmente e incluso lleguen a prescindir sine die de la boda. Una consecuencia de cajón es que cada vez más niños y niñas vienen a este mundo en el seno de parejas que no están casadas, llegando en la provincia de Alicante a suponer ya un 46% del total, casi la mitad. Lo que no hace tanto tiempo en este país se hubiese calificado como una auténtica desvergüenza y condenado a sus autores a lo más profundo del averno se ve ya con total normalidad. La secuencia preestablecida de buscar pareja y empleo, vivienda, boda e hijos -por este orden- ha saltado por los aires. La convivencia informal se ha disparado, sobre todo motivada por una incertidumbre que ya no solo incluye lo sentimental; también lo laboral, con lo que la llegada de los hijos se pospone y cada vez estos asisten con más frecuencia a la boda de sus padres -cuando se produce- como invitados destacados. También es cierto que, pese a lo que muchos aseguran, los hijos, lejos de unir, pueden llegar a separar parejas por el profundo cambio de hábitos que provocan. Con este cóctel, pasa lo que tenía que pasar. En este país mueren ya más personas que las que nacen, la pirámide poblacional se invierte y la sostenibilidad del sistema se tambalea. Como cambiar este embolado a corto o medio plazo parece del todo imposible. De nuevo, habrá que tirar de la inmigración le pese a quien le pese.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats