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Los años pasan, sí

La vida, no. Bueno, así comenzaba una canción del cubano Silvio Rodríguez dispuesto, en buen optimista, a ver el lado favorable y propicio hasta de las calamidades. Los informes que he podido consultar a fin de año no van en la misma dirección.

Comencemos por un artículo de Foreign Affairs que se reducía a levantar acta del pesimismo que trasmite una lectura de periódicos. Temas: la presencia y amenaza de la guerra que no excluye su variedad atómica, la delincuencia en sus distintas formas, las pandemias incontroladas, el terrorismo que, si bien se ha reducido a escala mundial y, sobre todo, en Europa, sigue siendo la gran amenaza junto a los desastres medioambientales, el colapso económico y la quiebra de las democracias. Constatación de las amenazas no significa necesariamente inminencia y gravedad de las mismas. La probabilidad que adjudican a algunos elementos de su lista es muy baja.

Mucho más ominoso, por sistemático, es el estudio de la Global Challenges Foundation sobre riesgos globales, con explicación de metodología y origen de los datos y advertencia de que riesgo, si no se añade probabilidad del mismo, queda en algo a considerar, pero no necesariamente algo por lo que asustarse. De todos modos, su lista es interesante. Comienza por la proliferación de armas de destrucción masiva cosa comprensible si se atiende a las decisiones de líderes de países con armamento nuclear suficiente para destruir la vida humana en el Planeta varias veces (que me expliquen para qué sirve la segunda y, no te digo, la tercera vez). Pero puede haber más guerras: biológicas y químicas. Y un uso bélico de la llamada Inteligencia Artificial que, así, se convertiría (y eso no lo dice el informe que estoy siguiendo) en Estupidez Artificial. Cambio climático, sí, aunque el negacionismo siga rampante a la par que en retirada. Y grandes catástrofes además de las asociadas al colapso ecológico. Pandemias, como en la lista anterior.

El ETUC, sindicatos europeos, comparten y añaden malos augurios sobre la ruptura de sociedades y economía (no son, pues, de los «cuanto peor, mejor»). A esa ruptura podría llevar la globalización, el cambio climático, lo que llaman digitalización y, a retener, la transición demográfica (creciente envejecimiento, reducción de la natalidad y todo eso).

El Bulletin of the Atomic Scintists también tenía su lista de factores que ponen en riesgo la civilización humana: cambio climático, armas nucleares (que es su tema) y tecnologías de ruptura («ciberarmas», biología sintética, inteligencia artificial y robótica avanzada). De nuevo, algunas coincidencias con las listas anteriores, pero también algunos elementos propios.

No es un riesgo, sino una constatación, y en ella coinciden el Credit Suisse y la UBS en sendos informes: la distancia entre ricos y pobres se agranda. La desigualdad aumenta en particular por el aumento de súper ricos, cosa que no tendría por qué preocupar si no fuera porque parece que cada vez influyen más en las grandes políticas mundiales y, cuidado, porque parecen ser conscientes de la probabilidad del «acontecimiento», la gran catástrofe, para lo cual algunos de ellos se preparan como ya comenté hace tiempo buscando refugios y alternativas individuales, no colectivas, con una excepción: el grupo de grandes inversores que han pedido que los gobiernos tomen decisiones drásticas en torno al cambio climático so pena de caer en un gran crash financiero mundial.

Demos ahora un salto todavía más literario. Isaac Asimov publicó una trilogía de novelas de ciencia ficción en las que un brillante científico conseguía, mediante la psicohistoria, conocer los riesgos de aquel su mundo, Fundación, y, ya que se habían individuado los mecanismos que los producían, proponer los remedios preventivos con que remediarlos. Pero ya se sabe que las probabilidades no son certezas por muy elevadas que sean dichas probabilidades y en Imperio sucede que aparece «el Mulo», un personaje no previsto por la psicohistoria y que trastoca todo el buen gobierno ideado por su organizador. Volvamos a nuestro tiempo: impresionante el artículo de Paul Krugman en el que se ve incapaz de predecir qué pueda suceder con el «gran» conflicto geopolítico y geoeconómico entre la China y los Estados Unidos. Es importante porque está relacionado con muchos de los riesgos que se acaban de enumerar, incluido el del colapso por no afrontar el cambio climático. Relacionado como precipitante de la materialización de dichos riesgos. Y ve imposible la predicción por culpa de la presencia de un personaje que él tilda de imprevisible y voluble, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, cabeza del Imperio. Fin de la trasmisión.

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