El aparente desorden existente en los diferentes actos que forman la festividad de la Venida de la Virgen a Elche, que tanto sorprende a nuestros pequeños y a nuestros visitantes, es consecuencia, sin embargo, de los siglos vividos por esta fiesta. Son como estratos que se han ido acumulando a lo largo de su historia.

Si «excaváramos» en dichos estratos, veríamos que la celebración original, la más antigua, es la procesión del 29 de diciembre, del día de la Venida de la Virgen. En la segunda mitad del siglo XVIII el clero de la parroquia de Santa María y la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción, decidieron dedicar una solemnidad especial a la Patrona de la ciudad en recuerdo de su tradicional hallazgo el 29 de diciembre de 1370. Se contaba para ello con las rentas del Vínculo del doctor Caro, propiedad exclusiva de la Virgen ilicitana desde 1712, y con las ayudas del Ayuntamiento de las que hay constancia desde 1765.

Esta procesión, originalmente vespertina, puesto que el día fue laborable hasta el siglo XX, recorría las mismas calles de la antigua Vila Murada que la del 15 de agosto, la de la Festa d'Elx, pero en sentido inverso, precisamente, para que su final, antes de entrar en Santa María, fuera la visita a la ermita de San Sebastián, donde se veneró la imagen de la Virgen de la Asunción hasta 1648. En el interior de este oratorio el clero entonaba un solemne Te Deum de acción de gracias. Esta circunstancia todavía se recuerda actualmente con el canto de una Salve a la puerta de la citada ermita, hoy Museo de la Festa, momentos antes de ingresar en la basílica.

La procesión se fue adornando a principios del siglo XIX con diferentes elementos cívicos y festivos que la precedían, como comparsas de Moros y Cristianos, que además desarrollaban su propia fiesta de luchas, embajadas y sucesivas conquistas de un castillo efímero, carros triunfales de los diferentes gremios, personajes bíblicos, músicas y danzas, e incluso, a partir de 1805, con un carro que representaba el arca de la Venida.

El segundo estrato aparece en 1865 de manos de la recién creada Sociedad Venida de la Virgen, que decidió organizar una representación cívico-religiosa del hallazgo, y lo hizo en la tarde de la víspera para no entorpecer la procesión de la festividad. Desde entonces gozamos con la llegada a galope de Cantó a la Plaça i Baix para anunciar su descubrimiento a las autoridades de la época, de la lectura del bando para convocar a los ilicitanos, del traslado festivo al «hort de les Portes Encarnades», que representa la lejana playa del Tamarit, de la romería de regreso a Santa María, con una nueva parada ante la ermita de San Sebastián y, posteriormente, de la «Bienvenida» a la imagen y del canto del himno de la Venida.

El estrato más reciente se superpone en el siglo XX y nace en la madrugada del 28 de diciembre de 1940. La nueva imagen de la Virgen de la Asunción, tallada por José Capuz, había de llegar a Elche como la original, desaparecida en los preámbulos de la dolorosa Guerra Civil. Para ello se ideó una escenificación de su Venida, según la tradición, en la propia playa del Tamarit. Tras descubrir Cantó el arca en las aguas del mar, se colocó la figura mariana sobre una carreta de bueyes y se inició la romería hasta el mencionado «hort de les Portes Encarnades», por el «camí vell» de Santa Pola. Y por la tarde prosiguieron los hechos festivos que hemos descrito.

Esta representación en la playa quedó grabada en la memoria de muchos ilicitanos, de tal manera que en 1970, con ocasión del VI Centenario de la Venida, se volvió a poner en marcha. Y, a partir de 1980, la Sociedad de la Venida decidió repetirla cada cierto tiempo. Primero cada cinco años, después cada dos, y actualmente ya es anual. Este nuevo acto, de gran popularidad y devoción, se ha venido a sumar a los ya existentes, pero sin alterarlos ni en orden ni en ejecución. Incluso, el hecho de que el día 28 de diciembre cuente con una doble escenificación, al amanecer, en el Tamarit, y, por la tarde, en las calles de la ciudad, ha hecho pensar que el hallazgo de la Virgen tuvo lugar ese día, cuando la tradición afirma rotundamente que, en realidad, fue en la madrugada del 29 de diciembre.

El análisis de la festividad de la Venida y sus diferentes elementos nos lleva a descubrir una celebración formada por la acumulación de ceremonias y representaciones creadas en tres siglos sucesivos. Cada generación ha ido aportando sus devociones e interpretaciones de la tradición de manera que esta fiesta, declarada en 2017 de Interés Turístico Autonómico y BIC Inmaterial de la Comunitat Valenciana, se ha conformado en los últimos trescientos años como una de las más destacadas e importantes de la ciudad. Una celebración en la que también los ilicitanos nos sentimos plenamente identificados como pueblo, y en la que la figura de nuestra amada Patrona es, una vez más, la protagonista absoluta e indiscutible.