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Lo que valen a veces las vidas africanas

Lo cuenta la prensa alemana y es una de esas historias que explican lo que ocurre tantas veces en el continente negro y lo poco que valen para algunos las vidas africanas.

En un pueblo del sur de Nigeria, el país más populoso del continente, hay una fábrica de la empresa Everest Metal Nigeria Limited, dedicada al reciclaje de chatarra y en especial de las viejas baterías de los coches (1).

En la Bolsa de metales de Londres, el precio del plomo está actualmente en unos 1.90 euros el kilo, por lo que resulta rentable extraer esa materia prima de las baterías usadas. Y es a lo que se dedican empresas indias y chinas.

Muchas de esas baterías viejas son exportadas a África desde Alemania y otros países europeos a pesar de que lo prohíbe el acuerdo de Basilea, de las Naciones Unidas, sobre residuos peligrosos.

El plomo reciclado es vendido luego a la empresa estadounidense Johnson Controls, el mayor fabricante mundial de baterías para coches, propietaria de dos plantas en Alemania dedicadas a esa actividad.

El problema es que las plantas de reciclaje de baterías en la aldea nigeriana de Ipetoro y en otras localidades africanas no son estancas y los residuos tóxicos de ese metal se filtran en el subsuelo o llegan a las aguas de los ríos.

Y si en las zonas residenciales de Alemania el máximo permisible son 400 miligramos de plomo por kilo de suelo, en esa aldea nigeriana se han llegado a medir 320, 1.900, 2.700 y hasta 130.000 miligramos por kilo.

Un grupo de voluntarios de Ipetoro se sometió a análisis de sangre que indicaron niveles de más de diez microgramos de plomo por decilitro de sangre, es decir, muy superiores a los permitidos por la Organización Mundial de la Salud.

Según esa agencia de la ONU, ya cinco microgramos por decilitro de sangre pueden afectar gravemente al desarrollo físico y mental de los menores al atacar tanto al cerebro como a los nervios.

La empresa india dedicada al reciclaje en Nigeria comercializa el plomo a través de otra radicada en Manchester (Inglaterra), que exporta a varios países y vende a Johnson Controls, proveedora a su vez de los principales fabricantes europeos de automóviles.

¿Pueden esas y otras empresas fingir ignorancia de lo que sucede en Nigeria y tantas otras partes de África?

(1) La investigación publicada por el semanario Der Spiegel fue apoyada por el Centro de Periodismo Europeo y financiada por la fundación Bill & Melinda Gates.

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