Diciembre, un mes para reivindicar. El 10, día de los Derechos Humanos; el 18, Día Internacional del migrante y Navidad. Y yo me emociono al ver los ensayos del sencillo belén viviente de La Hoya, que creo que le llamaría viviente belén porque está lleno de vida y de dolorosa actualidad; la niña y el niño, que representan a María embarazada, y a José buscan posada para pasar la noche ante el inminente nacimiento de su hijo y en ningún lugar les dan cobijo. Les dicen: «Sigan más adelante». Y la pareja sigue de una posada a otra, con miedo por la caída de la noche que refleja la oscura situación de helor de diciembre y frío, en la esperanza de encontrar un lugar. Al final, como sabemos, alguien les da la posibilidad de quedarse en un pesebre donde nacerá Jesús, igual que cada día nacen incontables bebés en campos de refugiados o en bosques de la fría Serbia... Por eso me emociono, porque veo en su búsqueda desesperada la de muchas familias y personas solas que cada día buscan solamente eso, refugio. Jesús nació en Belén pero un ángel aviso a José que debían huir, ya que un rey sanguinario les perseguiría, Herodes, y así la sagrada familia se convirtió en refugiados huyendo a Egipto. Rescatemos la figura de Jesús Migrante, rescatemos el dolor de su huida. Rescatemos el miedo de María a perder a su hijo y la desesperación de José. En el viviente belén de la Hoya, las pastoras y pastores vienen de todas partes, vestidos de salvadoreños, guatemaltecos, hondureños... quizá sea reflejo de la caravana de migrantes centroamericanos,un llamativo éxodo de personas en busca de mejorar sus condiciones de vida, ya que su lugar de origen dejó de darles, si alguna vez la tuvieron, una seguridad de futuro, resultado de sequías, inundaciones, narcotráfico, corrupción e impunidad... y qué paradoja, Donald Trump ordena recibirles con más de 5.000 militares armados. Ante la búsqueda de esperanza, un despliegue militar. También hay pastores vestidos con atuendos del desierto, que quizá representen a los 173.600 saharauis que llevan 4 décadas en los campamentos de Tinduf, Argelia. Pastores asiáticos que probablemente sean del Tíbet y que huyeron de su país ante la invasión de China y siguen escapando de la persecución. Pastores de piel negra que serán los refugiados congoleños que huyen del llamado «triángulo de la muerte», un área de cientos de kilómetros conocida por la violencia atroz. O pastores vestidos con pañuelos palestinos recordándonos su olvidada e injusta situación. Todos estos niños vestidos así representan a la humanidad más débil, más frágil o, probablemente, a las más fuerte porque corre delante de las injusticias y buscan !la paz! Los pastores niños traen regalos a la Sagrada Familia (juguetes para los que no recibirán, ya que no tendrán ni dinero para el sello de la carta, como dijo el director de la representación). Pues igual que los pastores ofrecen regalos solidarios en esta recreación, los refugiados también nos traen regalos. Sólo hay que mirarles a sus ojos cansados y dejarles? porque conversar es dar y recibir el más bonito de los regalos, la compañía y la compresión. En sus rostros están los de Jesús Migrante, Jesús en la flagelación, sufriendo los latigazos antes de la crucifixión, como las miles de personas con espaldas marcadas por las torturas en su país de origen antes del camino del suplicio que fue cruzar el Mediterráneo y si no murieron ahogadas, cuando llegaron, no les esperó nadie y así empezarían otro camino, el del limbo burocrático y del miedo. Aquí la mayoría celebra la Navidad. Si fuéramos judíos sería el Hanuká donde también se intercambian regalos y comparten especiales comidas. Si eres musulman celebras el «Id Al Fitr», la festividad inmediata después del Ramadán o el día de Ashura, que es el ayuno con que Moisés agradeció la liberación del pueblo de Israel a manos de Egipto. Los budistas celebran la Navidad porque es la llegada a la tierra de un ser excepcional que trajo una doctrina de paz refiriendose a Cristo... Seas de la religión que seas o no identificándote en ninguna, todos celebramos algún acontecimiento en el calendario. Cualquier excusa sirve para sentirnos incluidos en una sociedad. Por esa inclusión seguimos luchando.Que este tiempo de Navidad os traiga bonitos momentos y de reflexión porque no podemos dejar que en nuestra sociedad moderna sigan los mensajes de tendencia xenófoba y descriminatoria. No debemos permitir las deportaciones a sus países de origen de dónde ya huyeron,como un mensaje electoral,ya que devolverles a ese infierno,es como devolver al niño Jesús a los brazos de Herodes. Que,en cada Belén que veamos, veamos sus rostros y veámonos en ellos.