Entre coplas y estribillos, «yo me remendaba yo me remendé», va la alegría, gracia y espíritu de la Navidad alicantina. Festividad marcada en estas fechas decembrinas desde una perspectiva bifronte entre lo comercial y la poca o mucha religiosidad que impregna de aromas, sabores y adornos nuestros hogares, calles y centros comerciales. Establecimientos estos últimos donde acuden cientos o miles de alicantinos, con gran afluencia año tras año, a saciar en muchos casos su valioso tiempo libre al son de variadas melodías con sabor navideño que nos hacen evocar en nuestras neuronas los recuerdos más entrañables de nuestro feliz paraíso perdido de la niñez.

Melodías que hemos aprendido y nos han sido transmitidas por tradición oral, en muchos casos, por nuestros abuelos, padres, maestros… y conocidas por muchos de nosotros con el nombre de «villancicos», cuya forma musical, en este contexto, es la de una canción popular principalmente de tema religioso que se canta en Navidad y en los días cercanos a esta fecha. Días en los que todos los amantes de tan bella música podremos disfrutar de sus inconfundibles melodías y ritmos al son de panderetas, zambombas, cascabeles y almirez en los distintos festivales musicales navideños -algunos de ellos solidarios- que se organizan desde hace décadas en nuestra ciudad de Alicante por parte de los distintos centros de enseñanza, asociaciones de comerciantes, hogueras, etcétera. Como primicia este año, el original y singular I Certamen Provincial Navideño de Coros Rocieros que se celebra hoy, día 23, en la parroquia de San José del histórico barrio alicantino de Villafranqueza, con la generosa finalidad social de recoger alimentos para los alicantinos más necesitados a causa de esta interminable, atroz e injusta crisis económica. Loable iniciativa. También destacar los distintos concursos y certámenes de ámbito nacional, como el veterano XL Certamen Nacional de Nanas y Villancicos «Villa de Rojales», que se llevan a cabo en toda nuestra provincia y Comunidad Valenciana por estas fechas, con la finalidad de potenciar este género musical, además de promocionar y apoyar con ilusión el talento musical que existe en cada una de las distintas agrupaciones corales. Formaciones vocales que desarrollan mediante la interpretación del canto coral, actividad considerada por muchos pedagogos como «el alma de la música» (Edgar Willems, Platón, etcétera), un importante elemento socializador e integrador de gran relevancia como parte imprescindible en la formación de los seres humanos en el sentido más amplio de la palabra.

Constantes psicopedagógicas que hacen del canto, en su esencia, una disciplina musical que adquiere y desarrolla en sí misma un noble e importante sentido social al fusionar o armonizar, bajo el hilo conductor de la música y la expresión vocal, a todo tipo de personas pertenecientes a los diferentes y más variados estratos sociales, ideologías, edades, sexos y razas. Aspectos, no cabe duda, beneficiosos cantando o no cantando villancicos, que harán de nuestra sociedad un antídoto ante el despiadado neoliberalismo desigualitario actual, además de socializar y formar en valores a nuestra solitaria e individualista juventud, donde prima, in crescendo, la cultura y pasión por el teléfono móvil por medio de Whatsapp, Instagram… aplicaciones que generan en sus vidas, entre otras muchas cosas, una gran pérdida de tiempo, conflictos y estrés.

Por todo ello, podríamos extrapolar también esta actividad artística, a modo de epílogo, a nuestros políticos y mandatarios, ya que, si ellos mismos pusieran en práctica, o a capella, parte de estos comentarios y reflexiones musicales, «yo me remendaba yo me remendé», se bajarían muchos de ellos de nuestra tradicional «burra», creando para el bien de toda nuestra sociedad una vida más tranquila, justa, igualitaria y menos egoísta de erróneas ambiciones personales.