El nacionalismo ultraderechista y populista no descansa. El último espectáculo lo ha dado Europa la semana pasada con motivo de las firmas de «El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular», promovido por la ONU y firmado la semana pasada en Marrakech (Marruecos). El acuerdo ha sido suscrito por más de 160 países de 193 que tiene la organización mundial. De los 27 que integran la Unión Europea se han negado a firmarlo nueve: Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia -el grupo de Visegrado-, más Austria, Bulgaria, Estonia, Letonia, y probablemente no lo firmará Italia. Los representantes de Holanda Dinamarca y Bélgica lo han suscrito a pesar de las tensiones internas. Incluso en el caso del primer ministro Charkes Michel, de Bélgica, ha supuesto la ruptura de la coalición de gobierno con el partido flamenco N-VA, por cierto, el que da cobijo, amparo y eco al expresidente Carles Puigdemont.

El acuerdo sobre migraciones se estructura en torno a 23 grandes objetivos entre los que figuran la cooperación para hacer frente a las causas que motivan la migración o mejorar las vías de migración legal, así como medidas contra la trata y el tráfico de personas, para evitar la separación de las familias, usar la detención de migrantes sólo como última opción o reconocer el derecho de los migrantes irregulares a recibir salud y educación en sus países de destino. La información oficial está en (https://news.un.org/es/story/2018/12/1447771). Asimismo, según explica la ONU, los Estados se comprometen a mejorar su cooperación a la hora de salvar vidas de migrantes, con misiones de búsqueda y rescate, garantizando que no se perseguirá legalmente a quien les dé apoyo de carácter «exclusivamente humanitario». También prometen garantizar un regreso «seguro y digno» a los inmigrantes deportados y no expulsar a quienes se enfrentan a un «riesgo real y previsible» de muerte, tortura u otros tratos inhumanos. Sin embargo, como señaló el secretario general de la ONU, António Guterres, «no es correcto sugerir que imponer obligaciones a los Estados, o que infringe su soberanía». Se trata de un acuerdo no vinculante que seguirá respetando la soberanía de los países en materia migratoria y que pretende sentar las bases para que se asegure el respeto a los derechos humanos y los de los niños, se prohíban las detenciones arbitrarias, e incluye una lista de propuestas para ayudar a los países a enfrentar la migración. Es, eso sí, como ha dicho Louise Arbour, la representante de la ONU, «un triunfo completo del multilateralismo».

Los europeos que se han negado a firmar son aquellos en que la extrema derecha populista tiene un peso significativo, su actuación hay que enmarcarla en la que mantiene y coordinan los Estados Unidos de Trump con el respaldo de Israel, Chile y, recientemente, de Brasil siguiendo los planteamientos de Bolsonaro, el extremista recientemente elegido presidente. Resulta sorprendente que los países europeos qué más se oponen al acuerdo son los que tienen más inmigrantes en el resto de Europa, son los países del este europeo encabezados por Orban de Hungría, y su grupo de Visegrado auténtico caballo de Troya en la Unión Europea. Ahora que el Tribunal Europeo de Justicia ha forzado a Polonia a anular su reforma judicial, simplemente por las sanciones financieras que el Tribunal de Luxemburgo le imponía, es Viktor Orban el que toma el relevo e inicia una nueva reforma judicial para controlar la justicia de su país.

La reacción de la ultraderecha europea en materia de migraciones es la última por ahora, pero no la única. La reforma de la zona euro sobre la que la Unión viene trabajando desde la misma crisis -mecanismo de estabilidad, presupuesto europeo, garantía de depósitos o seguro de desempleo común- se ha visto seriamente ninguneada en la reunión del Consejo Europeo ayer, aunque la ministra Calviño se muestre optimista. Sigue el pulso del Brexit que se mueve desde el brexit duro, añorado por Trump, y un segundo referéndum. Lo último es la aparición parlamentaria del nacionalismo de extrema derecha franquista de Vox en España, asesorado por Steve Banon, el enviado norteamericano que coordina en la Unión la anunciada batalla de las elecciones europeas de mayo.

El próximo año se cumplen diez de la recesión económica; en 1939, Hitler invadió Polonia a los diez años de la mayor crisis económica del siglo XX. No pueden evitarlo, el populismo involucionista tiene querencia hacia los años posteriores a las crisis. Como cantaba Tony Bennet, «Lo mejor está por venir». Menos mal.