Mireia, si me permites la familiaridad, pues tú la empleaste conmigo el pasado 21 de febrero a través de este diario, te resultó muy sencillo verter acusaciones contra mí, haciendo gala del cargo público que ocupas. Tus manifestaciones atentaron contra mi honorabilidad, que ha quedado irremediablemente afectada, aunque rectifiques, pues la rectificación no llegará a todas las personas que leyeron tus acusaciones de que había cometido un delito.

Literalmente escribiste en tu carta: « que el propietario de un establecimiento cercano os agredió, os echó de aquel bar por ser una pareja de lesbianas que no consintió atender sus órdenes de negaros a ser vosotras mismas (..) Por eso, Antonio , tú eres quien cometió el delito. No es un delito menor, se trata de un delito de odio, un delito basado en la discriminación, un ataque a los derechos y libertades que nos pertenecen a todos y a todas. Y la Fiscalía, acertadamente, ha actuado contra ti».

Efectivamente Mireia, la Fiscalía actuó contra mí en aquel momento, pero olvidas, que cuando sin ningún pudor ni prudencia manifestaste que había cometido un delito de odio, el proceso penal estaba en trámite y ningún juez me había condenado. Se ha dictado sentencia absolutoria, Mireia. Afortunadamente no eres jueza. Los jueces y las juezas, antes de condenar a nadie, valoran las pruebas que se practican en el juicio, no como tú, que afirmaste que había cometido un delito, sin conocer mi versión. Desafortunadamente sí ostentas un cargo público, del que hiciste gala, «CONCEJALA».

Ahora es cuando quiero decirte que tu carta estaba llena de odio hacía mí. Dejando bien claro tu cargo de concejala me atacaste sin conocerme y sin hablar conmigo, con la finalidad, intuyo, de arañar unos miserables votos a costa de mi honor, vertiendo la bilis que alocadamente pudiste arrojar sin saber lo que en realidad había sucedido.

Hubo un párrafo especialmente hiriente en tu misiva en el que literalmente dijiste: « Lidia , Inés , estoy convencida de que no sólo os agredió por ser dos mujeres amándose, por ser dos lesbianas sentadas en su bar y no dos "chicas aparentemente disponibles", os agredió también por ser dos mujeres que no atendieron sus órdenes».

Pese a no haber hablado nunca conmigo, sostienes mi inclinación a agredir a « chicas aparentemente disponibles». No termino de entenderte. ¿Qué querías decir? ¿Qué son para ti chicas disponibles? Supongo que no me contestarás, no sea que vayas a perder algún voto. Como el rigor que emplees en el ejercicio de tu actividad política se parezca siquiera a tu cobarde, injustificado y nauseabundo ataque hacía mí, los ilicitanos tenemos un gravísimo problema.