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La partida de ajedrez

De plantarse ante RT, el primer canal ruso en español de radiación internacional, comprobará que sus dos canciones favoritas son la reseñada y la yenka que no deja de tararearse en la feria montada por los británicos

Ángela Rodicio, la reportera de teuveé en las madrigueras de Bosnia y Kosovo, enamorada de Oriente Medio y a quien Pérez Reverte despellejó en Territorio comanche dejando para la posteridad que la Niña Rodicio -una muestra de cuánto nos queremos en la profesión- creía saberlo todo y trataba a patadas al equipo puesto que trabajar a su lado era como hacerlo con Ava Gardner, se fue el año pasado ya no tan niña a Rusia, Arturito, y atravesó buena parte de la estepa preguntándole a los viajeros qué pensaban de la revolución en el centenario del estallido. Pero lo más llamativo de la incursión no lo trajeron las respuestas sino una interpelación. Fue al abrazar el andén en Pushkin, el destino de la residencia favorita del zar Nicolás II donde el sumo sacerdote local de la iglesia ortodoxa inquirió a la periodista al olor de los fogones: «¿Puedo hacerle una pregunta?». «Por supuesto, faltaría más». «¿Qué es lo que está pasando en Cataluña?».

De plantarse ante RT, el primer canal ruso en español de radiación internacional, comprobará que sus dos canciones favoritas son la reseñada y la yenka que no deja de tararearse en la feria montada por los británicos. Lo tengo sintonizado y se resalta que, según Trump, el pacto del Brexit podría ser una amenaza para el acuerdo comercial entre su país y Reino Unido. Rodicio, que pasó una temporada en Moscú en sus años mozos, estima que vuelven a existir los dos ejes y que lo que ejercen las superpotencias de antaño es una pinza como la de Anguita y Aznar pero a lo bestia. A la Casa Blanca y a Putin, la Unión Europea se la trae el fresco, chinchan lo que pueden y por eso están interesados en airear los brotes secesionistas y bailes tradicionales que la sacuden. Cuando el pecús y el imperio se desmoronaron, los moradores quedaron tocados al sentirse despreciados por Occidente por lo que, a lo que juega el zar, es a reactivar moral a golpe de poderío. Lo contrario que la UE que, para sobreponerse a la crisis existencial, no sabe cómo afrontar su papel. Seguro que Pérez Reverte ve ahí una Ava Gardner.

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