Se habla mucho de la próxima elección del presidente de la Junta de Andalucía. Está claro que presidenta no habrá, al menos de la Junta. Pero solemos olvidar que el diablo está en los detalles. Se han propuesto como presidentes Juan Manuel Moreno Bonilla, candidato del Partido Popular, que no le hace ascos al respaldo de la ultraderecha ni a su entrada en el Gobierno y Juan Marín, candidato de Ciudadanos, no descarta los votos de Vox, pero están apercibidos por sus correspondientes europeos. Está claro que si PP y Cs se ponen de acuerdo ganarían cualquier votación, respaldados por los franquistas. Para el PP, la presidencia es irrenunciable y argumenta que tiene más votos que Cs; estos subrayan que han multiplicado sus diputados y son los únicos de la anterior legislatura que no han descendido, sino que han multiplicado su número de diputados. Y, lo que es más, Albert Rivera ya le ha recordado a los mayoritarios que en su momento hizo posible el gobierno de Susana Díaz a cambio de nada, y también el del PP en la Comunidad de Madrid por el mismo precio.

El Partido Socialista de Andalucía podría devolverle el favor votando a Juan Marín (54 votos en total) para la presidencia de la Junta. Con esa jugada dejaría compuesto y sin presidencia al PP y -lo que es más importante-, anularía el protagonismo del padrino Aznar y ningunearía a la extrema derecha. El problema de esta opción es que para Susana Díaz supone pasar a un segundo plano, o incluso dimitir. Tiene la ventaja de que pacta con quien ella siempre ha querido pactar, y no con Podemos. Aunque el resto de los grupos voten en contra en las sucesivas votaciones, el candidato de Cs se garantiza la presidencia de la Junta, porque más bien antes que después, los populares le votarían, o Adelante Andalucía tendría necesariamente que abstenerse. A ninguno de los dos les interesa que tengan que repetirse elecciones, pasados dos meses, como marca el Estatuto (artículo 118), a finales de febrero.

El diablo está en los detalles: la clave la vamos a ver en la elección del presidente y de la mesa del Parlamento andaluz el próximo 27 de diciembre. Es el presidente del parlamento, previa consulta a los grupos, quien propone al candidato. Y no hay más que un candidato: el propuesto por el presidente de la Cámara. Al presidente del Parlamento lo eligen los diputados por mayoría absoluta (artículo 27 y siguientes del Reglamento Parlamentario). Si ninguno de los candidatos la obtiene en la primera vuelta, tendrá que haber una segunda en la que participan únicamente los dos más votados. Resultará elegido el que más votos obtenga. Esta es la clave, el presidente de la mesa es quien propone al candidato, a un solo candidato, previa consulta a los portavoces. En una segunda votación se elige a los tres vicepresidentes y en una tercera a los tres secretarios de la mesa, con lo que es bastante fácil dejar fuera al nuevo partido de la derecha.

El problema para todos, y para el presidente Sánchez en especial, es que el apoyo al candidato de Cs prejuzga las futuras alianzas del PSOE, o al menos las condicionará tras las municipales, autonómicas y generales. Y las condiciona en el mismo sentido que Susana Díaz siempre ha querido: pactando hacia la derecha del espectro político, nunca hacia la izquierda. Colocaría a Sánchez en apuros serios para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, y para sus relaciones con Podemos y con los nacionalistas catalanes. La otra dificultad es que Susana Díaz tendría que renunciar a la presidencia de la Junta, suponiendo que aún crea que todavía puede aspirar a la misma. Si lo sabe negociar podría ser la presidenta del Parlamento andaluz, que no es poco. Renunciar al acta o seguir de portavoz de su grupo podría ser muy duro.

Esta opción obligaría a Ciudadanos a tener que gobernar Andalucía en solitario apoyándose alternativamente a derechas e izquierda. Le permitiría recuperar algo su imagen de centro derecha. Un pacto de gobierno con el PSOE sería un lastre para ellos en las próximas municipales, autonómicas y generales, como le sucedió cuando negoció con Sánchez el programa de gobierno. Pero peor sería gobernar con el PP y VOX. Si Sánchez (PSOE) gobierna con 68 escaños; Marín (Cs) podría gobernar Andalucía con 21. La respuesta a final de mes, o ya para febrero.