Desde hace ya un tiempo las élites políticas y económicas están transmitiéndonos que lo peor de la crisis ya ha pasado, ahora llega el momento de «la recuperación». Sin embargo, la banalización del lenguaje de los políticos nos impide identificar el significado real de ese término al aplicarlo a la situación social y económica actual. Aunque la valoración de la situación económica ha mejorado algo, lo cierto es que se basa en un viento favorable de cola que procede del exterior y, sobre todo, de una devaluación interior de salarios, incremento de la brecha salarial, temporalidad abusiva, parcialidad involuntaria, generalización de falsos autónomos, importantes bolsas de paro y un claro deterioro de la renta disponible de las familias, pues aquí nadie ha hecho mejoras estructurales que permitan hablar de un cambio de modelo desde el cual, podamos hablar de recuperación en otro escenario.

Sería necesario cambiar el foco y buscar la recuperación social como objetivo principal y no como mero subproducto de políticas económicas. Generar empleo estable y de calidad es una prioridad incompatible con modelos que buscan una competitividad basada en ser más baratos. No queremos ser un país low cost, apostemos por un tejido industrial capaz de abordar el reto de la internacionalización, desarrollar políticas de digitalización del proceso productivo y social, así como aumentar los recursos destinados a investigación, desarrollo e innovación. De otro modo y a falta de verdaderas mejoras estructurales, la recuperación económica que se viene produciendo desde el 2014, seguirá creando mayoritariamente empleo precario. Actualmente el mayor riesgo que tiene la frágil recuperación económica de España es que se siga sin hacer nada. Nos estamos muriendo lentamente en un mar de apatía frente a los problemas que necesitamos resolver.

Una recuperación social, también tiene mucho que ver la calidad política e institucional, pero tampoco se están impulsando medidas en este sentido. Así lo demuestran, entre otros casos, lo ocurrido hace solo unos días en el Congreso, en la comisión de investigación sobre las cajas de ahorros, esas que a todos los españoles nos costaron un hipermillonario rescate de 60.000 millones de euros en el año 2011. En esta comisión PSOE, PP y Podemos votaron en contra de reconocer que la politización de las cajas y de sus consejos, fue causa de referencia de esta crisis financiera española. Tampoco creen que sea necesario mejorar la independencia y meritocracia de los organismos financieros reguladores, e igualmente rechazan que, desde las comunidades autónomas, y gracias a los nombramientos en los consejos de administración, se ejerciera un control político sobre las cajas. Lo ocurrido en el congreso al respecto de este asunto, es de un deplorable desgarro. En política hemos visto cómo el presidente del Gobierno sacrifica los valores de la socialdemocracia que nunca fue nacionalista y siempre tuvo vocación universalista, para permanecer en el Palacio de la Moncloa, pactando con aquellos que quieren romper España, y hasta resulta que ahora gritar «viva España» es crispar. Señor Sánchez, socialdemócratas, liberales y conservadores seguiremos siendo constitucionalistas, y sería aconsejable que no diese ni un paso más por sacar a su partido de ahí, porque muchos de sus compañeros no están nada convencidos con lo que usted está haciendo.

Hemos abandonado la cultura del hacer para estar mejor, en favor del cortoplacismo, el buenismo y la posverdad, sin que las consecuencias de su nefasta aplicación hayan implicado ninguna responsabilidad. Ni siquiera se habla en nuestro país, ante el desafío soberanista que sufrimos, de reforzar la Constitución frente a la deslealtad, sino que incumplir las normas se ha convertido en algo normal. Y después se extrañan de que casi cuatrocientos mil andaluces hayan preferido votar a Vox en lugar de otras opciones, habiendo sido además su éxito razonablemente transversal. Pues señores, reflexionen sobre las cosas que han pasado y después critiquen o autocritíquense.

Si los hechos futuros no superan el decadente presente ausente de valores, respeto, conciencia y proyecto, dejaremos el futuro en manos de generaciones educadas en las redes sociales con un limitado lenguaje binario, me gusta/no me gusta, que empezarán a ser votantes de populismos tanto de derechas como de izquierdas. Sinceramente, señor Pedro Sánchez, esto no es cuestión de que a usted y a sus presupuestos le sigan apoyando quienes le metieron en la Moncloa, convoque elecciones, presente un proyecto, gánese el apoyo de los españoles (sería la primera vez) y gobierne si llega el caso. De otra manera, más grande será la caída.