Los profesores de la provincia de Alicante que están detrás de los tres proyectos que han logrado el reconocimiento del Ministerio de Educación como Premio Nacional a la Innovación Educativa deben ser felicitados hoy porque son un ejemplo de lo que es cumplir con la Constitución en estos tiempos de tanta confusión. Pilar Serna Berna, Javier Caballero, Alfredo Matías Oteros López y Alejandro Bernabéu Baeza, con su sensacional trabajo y sensibilidad, dan sentido al apartado 2 del artículo 27 de la sección primera del capítulo segundo del Título I de la Carta Magna, sobre derechos y deberes fundamentales: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales». Ojalá hubiera más docentes como ellos que, además de cumplir con el temario, como exige la Conselleria de Educación, tienen la iniciativa de dar a sus alumnos lo que necesitan y no les da la administración educativa. Trabajan con jóvenes de altas capacidades que de no ser por ellos serían carne de fracaso escolar, enseñan hábitos saludables más allá del hayquecomerverdura y ayudan a jóvenes a superarse e integrarse en la sociedad a través de un coro musical. ¿Se puede pedir más? Sí, que la Conselleria de Educación tome nota. Este año, tres de los ocho premios nacionales de educación son para la provincia de Alicante. Un hito. Tiene mucho mérito porque en esta provincia es donde hay mayor número de profesores interinos de toda la Comunidad Valenciana, donde hay alumnos que este curso no conocen todavía a su profesor de Matemáticas o de Valenciano, donde los nativos auxiliares de inglés no cobran desde octubre y donde hay profesores sustitutos a quienes no se les ha pagado desde septiembre. Y pese a todo esto, lejos de deprimirse, son capaces de dar una lección cum laude.
