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Tripartito «regenerador»

La ejecutiva naranja pone en primer término (con el objetivo de curarse en salud) el pacto con PP y PSOE

Susanita tiene un ratón chiquitín pero ya no come chocolate y turrón. La presidenta de Andalucía gana, pierde y le quita las bolitas de anís al presidente Sánchez. Ferraz la invita a coger la maleta y a correr, y ella insiste con aquello de que «tu problema no soy yo, Pedro. Tu problema eres tú». La luna de miel de ambos se diluye y vuelve la hiel en las relaciones. «Tuya es la responsabilidad», se dicen mutuamente más o menos, y dejan el baile del chachachá por la pérdida de votos y escaños socialistas en el Parlamento andaluz. La flamenca Susana abandona también las bulerías, canta por soleares y muestra sus quejíos ante una amarga victoria que es toda una derrota. Que abre la puerta de la derecha y bloquea la de la izquierda o algo así. Este es uno de los problemas esenciales. Ser y no ejercer, o no poder hacerlo. Depende. Y más de cuatro mariposas, que revolotean de flor en flor política, dan la espalda y frente al dilema de votar o no votar, no votan algunos por hastío. Las palabras se las lleva el viento, y la inoperancia institucional produce el notable déficit de fe en una democracia maquillada y que exige buena dosis de elementos nutricionales para funcionar adecuadamente, de una vez por todas, cosa difícil que está por ver. Y más aún con una derechona envalentonada en Andalucía, una mancha de chapapote que se puede extender, que está dedicada a sus labores de crispación nacional por la gracia de Dios y la voluntad de los que ovacionan a quienes suelen obsequiar bofetadas sociales. El tripartito compuesto por PP, Cs y Vox forman el trío de un cambio hacia ese tradicional menú que alimenta a unos y desnutre a muchos. Y no es que los demás sean capaces de rescatar claramente a las personas más necesitadas, por lo visto. Ahora bien, los resultados andaluces refuerzan el problema, democráticamente, eso sí, y afianzan el sagrado interés de los de siempre. Por su parte, los principales líderes de la UE rechazan el abrazo de los tres mosqueteros. Vox airea los cañones de su «reconquista» y quiere atrapar en sus redes a Casado y Rivera, que se dejan seducir por la extremada actitud del grupo de Abascal. Odio total al migrante, centralismo puro y duro, más mordazas aún y agravamiento de las penas, feminismo a la cuneta, o la liberalización total del suelo. ¡Vivan el vino, la tauromaquia y la caza! La cogorza de unos planteamientos cutres para poner más banderillas a la gente. Por cierto, el fiasco electoral del PSOE de Díaz, según ella, se debe a la gestión del Gobierno de Sánchez en la crisis de Cataluña, entre otros factores. ¿Culpa por desbloquear el diálogo, aunque sea un viaje a ninguna parte por el cerrilismo de Torra y compañía, y pedir el apoyo a los Presupuestos del Estado sin concesiones inconfesables? Ya ven que Adelante Andalucía y Podemos no avanzan ni pueden. Y a ver cómo explican los aspirantes a la Junta, Bonilla y Marín, sin tener adversas consecuencias de cara a las próximas elecciones que asumirán sus partidos, el romance que deberían mantener con un tal Vox. Los populares pierden terreno pero se presentan como triunfadores. La ejecutiva naranja pone en primer término (con el objetivo de curarse en salud) el pacto con PP y PSOE. Y si no funciona se dirá que Ciudadanos lo intentó antes de echarse en las garras de Abascal, el nuevo producto «regenerador» para dejar en peores condiciones la cocina.

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