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El Hércules no se suelta y mira a enero

Los dos fiascos consecutivos del Hércules a domicilio en Sabadell (2-1) y Alcoy (1-0) han sembrado dudas razonables sobre el rendimiento y la capacidad del grupo de Planagumà, cuyos resultados en el último mes dejan más incertidumbres que certezas. El equipo sólo ha sumado cinco puntos de los 15 últimos disputados con una sola victoria frente al recién ascendido Ejea en el Rico Pérez (2-0), dos empates (Castellón en casa y Olot) y las dos derrotas citadas. Es igual de cierto que el Hércules ha sido líder en ocho de las 14 jornadas de Liga y que la gente se ha vuelto a ilusionar con el proyecto, pero ya ha perdido cuatro partidos, casi uno de cada tres, y al mal endémico de la falta de gol -sólo 14 tantos a favor- se le une ahora esta pérdida de vigor y de tensión competitiva fuera de casa. Son dos salidas seguidas en las que el conjunto blanquiazul ha sido superado en actitud, ritmo e intensidad, virtudes imprescindibles en esta categoría y para cualquier aspirante al fútbol profesional. Casi pasó de puntillas el equipo por Sabadell, sobre todo tras el descanso, cuando pareció darle continuidad al segundo tiempo de la jornada anterior ante el Ejea: plano, reservón y sin hambre. Preocupa como síntoma que no haya habido capacidad de reacción en esos dos partidos: ni en el campo, ni desde el banquillo. Samuel empató en la Nova Creu Alta, pero en el segundo acto fue zarandeado y Falcón evitó una derrota más abultada. Más que a explicación, suena a excusa el argumento de la dureza de los rivales, ya los entrene Toni Seligrat o Vicente Mir. Después de un lustro ininterrumpido en la Segunda B, en la que los arbitrajes han mejorado, el cuadro alicantino sabe a la perfección que es uno de los escudos a batir porque siempre da prestigio tumbar a un histórico y que los modestos emplearán todas las armas a su alcance para conseguirlo. Y la primera de ellas, la dureza. «Si nos soltamos, seremos imparables», destacó Planagumà tras vencer al Ejea. Pero el Hércules no termina de soltarse. Más bien, presenta cierto aire de resignación e indolencia lejos del Rico Pérez, lo cual es preocupante de cara a compromisos de alta exigencia y qué decir durante la innegociable promoción de ascenso. Así las cosas, la calma chicha se acaba en los despachos, que ya miran a la ventana invernal de fichajes porque saben que no sólo falta gol, también llegada desde la segunda línea, desborde, dominio del juego aéreo en defensa y más liderazgo en el medio.

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