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La hora de la historia

Las leyendas cuentan, y los mitos, pero solo la historia fija la aproximación a lo que realmente pasó. Trabaja con documentos, con libros, y, muchas veces, con testimonios orales imprescindibles. "Paparruchas" me dice mi amigo Andrés, mefistotélico y tinerfeño donde los haya, "la historia es una mentira contada muchas veces, o una pesadilla de la que no podemos despertar, como escribío James Joyce". Es probable que tenga razónn, sobre todo en lo de la pesadilla. ¿Qué es la historia de la humanidad durante el siglo XX? Según como la mires, una gran matanza, organizada en dos o tres tiempos, y en distintos continentes. También, la época en la que la humanidad avanzó más rápido que nunca en tecnologí­a y en otros saberes. La verdad es que todo es un inmenso mar de dudas, sobre todo en estos tiempos en que la Historia, y las historias, se cambian a gusto del consumidor, a gusto del que sorprende con el tuiter más irrelevante pero también más irrespetuoso. La historia, la Historia, solo deberí­a entenderse como un devenir de acontecimientos contados de la forma las historias, se cambian a gusto disperso. Estos del general superlativo de un lugar para otro. Las historias, se cambian a gusto más objetiva posible, pero eso es un empeño casi propio de Sísifo.

La Historia subyuga las conciencias y agobia a los irredentos. La Historia compite con las ideologí­as y suprime los afectos, o los sublima, no sí, y permite que algunos se consideren los amos de no se sabe muy bien qué verdades o mentiras, "Combates por la historia", titulaba Lucien Fevbre uno de sus libros que le dieron fama. Sólo recuerdo eso, el tí­tulo, no debí­a ser de mucha enjundia el contenido. También recuerdo, mucho mejor, los empeños de Tuñón de Lara por ayudarnos a entender la historia de este paí­s que llamamos España. Ayudaron a varias generaciones de españolitos que vení­an al mundo sin ningún pan bajo el brazo. Pero de entre todas las más recientes historias de España, me quedo con la dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares, editada por Crí­tica/Marcial Pons, en los últimos diez años. Doce tomos que no tienen desperdicio y sí­ muchos puntos de vista, variados, convergentes y divergentes. Y de todos ellos, me apasiona el volumen 8, "República y Guerra Civil" de Julián Casanova: muy útil para todos los que andan llevando los restos del general superlativo de un lugar para otro. Su lectura les podrí­a despejar un poco las meninges y el hipotálamo, que parecen tenerlo un poco disperso. "Esos no leen nada" me dice Andrés.

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