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Italia, demasiado grande para dejarla caer

Ése es el cálculo que sin duda hacen los dos extraños compañeros de cama de la política italiana: la Lega, de Matteo Salvini, y Cinco Estrellas, de Luigi de Maio.

Demasiado grande para que sus socios europeos la dejen caer, pero también, a la inversa, demasiado grande para tener que rescatarla.

El Gobierno de Giuseppe Conte - ¡qué poco suena por cierto el nombre del primer ministro! - no se ha apeado de su objetivo presupuestario: un déficit del 2,4 por ciento del PIB.

Eso significa apartarse considerablemente del 0,8 por ciento al que se había comprometido para el próximo año el Gobierno del hundido Partido Demócrata.

Bruselas rechaza el nuevo presupuesto porque atenta al llamado Pacto de Estabilidad de la eurozona y suma nuevo endeudamiento al que ya tiene Italia: cerca de 2,3 billones de euros.

Ello equivale a un 133 por ciento del PIB, porcentaje sólo superado por Grecia - un 177 por ciento- pero la economía griega es un séptimo apenas de la italiana.

Bruselas aspira a que la deuda de los países del euro no supere el 60 por ciento de su PIB, condición que por cierto no cumple Francia (96 por ciento) , ni tampoco la ahorradora Alemania (60 por ciento).

La Comisión pretende disciplinar ahora a los díscolos italianos, imponiéndoles una fuerte sanción económica, amenaza que no parece impresionar demasiado a Salvini y los suyos.

Con independencia de lo que el envite del Gobierno de Roma tiene de chantaje a sus socios del euro, preciso es reconocer que las recetas hasta ahora empleadas no han dado resultado.

A pesar de la disciplina presupuestaria aplicada por los anteriores gobiernos de centro-izquierda y que tan cara les salió electoralmente, Italia apenas ha crecido.

Su economía no ha vuelto a los niveles anteriores a la crisis y el desempleo juvenil llega a cerca de un 50 por ciento, al menos en el Sur, la región más atrasada del país.

Si la austeridad no funciona, tal vez habrá que probar otras recetas, deben de pensar los italianos: es decir, que el Estado gaste más para poder crecer, como ha hecho, por ejemplo, en Portugal un gobierno de izquierdas.

Claro que habrá que ver en qué se emplea ese dinero: si es para crear riqueza, mejorar la educación, la sanidad pública, la educación y otros servicios sociales, o se malgasta en medidas puramente demagógicas y a corto plazo.

Con esos dos partidos populistas de distinto signo compitiendo entre sí a ver quién ofrece más al ciudadano, por irresponsables que sean sus promesas, lo segundo es lo más probable.

Claro que para llamarles la atención están como siempre los mercados, a los que tendrá que recurrir el Gobierno y que harán pagar el dinero que presten cada vez más caro: es la famosa "prima de riesgo".

El Banco Central Europeo y los bancos nacionales de la eurozona han suscrito hasta ahora bonos del Tesoro italiano por un valor total de 340.000 millones de euros mientras que la banca comercial italiana le ha prestado al Estado 627.000 millones.

Preocupa y mucho que Italia no pueda pagar todo lo que debe y hay quien habla incluso del riesgo de una crisis bancaria.

Pero "leghisti" y "grillini" parecen haber hecho sus cálculos y llegado a la conclusión de que, dada su exposición a la deuda italiana y las consecuencias para toda la UE de una eventual quiebra bancaria, sus socios no dejarán caer a Italia. Llamémoslo "chantaje", si queremos.

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