Moby DickTeatro Principal de AlicanteJuan Cavestany. Dirección: Andrés Lima. o es un loco.
Es la «locura enloquecida», dice, con su deseo de venganza permanente e inquebrantable. Es su enfermedad. Lo único que tiene. Y no quiere que nadie se la quite. Este es el misterioso y arisco capitán Ahab, ese clásico personaje de la literatura. De la novela de 1851, de Herman Melville, que narra la obsesiva persecución contra la ballena blanca. El carácter simbólico de Moby Dick incluye temáticas como el autoritarismo, el idealismo, la política o la religión, y el texto de Juan Cavestany, basado en el popular relato del escritor estadounidense, acoge lo esencial de las dilatadas y farragosas páginas novelísticas. Naturalmente, el enciclopédico asunto sobre la caza de ballenas y la realidad marinera de la época se simplifica. La poética textual, al margen de otras consideraciones, pone el énfasis en la incansable travesía para capturar a la presa que arrancó una pierna al viejo lobo de mar y que causa estragos a todos los balleneros. El barco lo guía uno de esos señores del mundo de la escena, José María Pou, que abundan menos cada vez, y el talento del veterano intérprete inunda la proa del buque, la ruta y la odisea del Pequod. El recital de Pou subraya el lúgubre talante de un personaje que reitera la expresividad verbal y teatral en una obra con cierta pretenciosidad visual y sonora. Un exceso de solemnidad que atrapa al numeroso público. Que resulta necesario para enriquecer el montaje, bajo la armoniosa dirección de Andrés Lima, y convertirlo en integral espectáculo. Incluso con el protagonismo de José María Pou, la palabra no sería suficiente por sí sola y se impone la utilización de los elementos visuales y sonoros adecuados. La presencia de Pou siempre es potente. Pero en la medida de lo que le permite esta adaptación, donde también actúan Jacob Torres y Oscar Kapoya acogiendo varios papeles que aportan acciones y nutren el contenido plástico de la escenografía, los juegos de luces y las proyecciones de vídeo. Y nace alguna discrepancia con el capitán Ahab y la firme actitud que José María Pou asume al desvelar el texto, el subtexto y las interioridades del papel. Como apunta Lima, «somos capaces de todo. Para lo bueno y para lo malo».
