El pronóstico está claro, el PSOE volverá a ganar las elecciones en Andalucía, pero tendrá que gobernar en coalición, y esta vez se supone que será con el apoyo de Adelante Andalucía (Podemos e IU). La dificultad será después, cuando Susana Díaz y Teresa Rodríguez tengan que compartir trono. Veremos.

Como se ha publicado esta semana, el PSOE y Adelante Andalucía tendrían en intención directa tres de cada cinco votos. Y, seis de cada diez en la estimación de voto. En escaños la traducción sería: 66 para la izquierda 44 para la derecha incluido el partido de extrema derecha, Vox. En mi opinión, este es el pronóstico más difícil porque se basa en el sondeo en la provincia de Almería, y ahí, como indica el CIS, el margen de error es del +/-4,4% mientras que para el conjunto de la encuesta es del +/-1,6%. Por los resultados de la encuesta la participación estaría entre el 65 y el 70%.

Lo más interesante es la relación entre el recuerdo de voto en las elecciones autonómicas de 2015, y «qué partido en la actualidad defiende mejor los intereses de Andalucía», «representa mejor sus ideas», «le inspira más confianza», «tiene mejor líder», o «está más capacitado para gobernar Andalucía». Mientras en el caso del PSOE en torno a un 60% de los que le votaron siguen identificándose con él; y en Podemos está por encima del 50. En el PP, por contra, esa proporción baja entre el 39 y el 47, hay una alta volatilidad; en Ciudadanos en unos casos superan el 50 y en otros se queda muy por debajo: adolece de liderazgo y lo ven menos capacitado para gobernar o defender los intereses andaluces. El Partido Popular en todas las respuestas observa que entre un 10 y un 15% de sus antiguos votantes se identifican ahora con Cs y casi el 5% con Vox. Está claro que la sangría de votos que sufre el Partido Popular es, en su gran mayoría, hacia Cs pero también hacia la extrema derecha. El PSOE pierde y gana votos en proporción similar con Cs y con Podemos.

El liderazgo nacional influye mucho o bastante en el voto de dos de cada tres. Vamos, que Díaz se beneficia del «efecto Sánchez». Quién se lo iba a decir. Los socialistas tienen una proporción más alta de votantes a partir de los 45 años, y más cuanta más edad, mientras que Podemos tiene una proporción más alta de votantes entre los jóvenes hasta los 45. El PP solo supera su propia media de votantes entre los 35 y 45 años; mientras que Cs tiene más votantes entre los jóvenes. Por sexo, la proporción de votantes es similar en todos los partidos, excepto en el PP, a los populares le votan una mayor proporción de mujeres.

Muchos se quejan -colegas y aficionados- de que el CIS de José F. Tezanos y Antonio Alaminos no tiene cocina, pero no es cierto; no solo tiene cocina, es más, tiene varias cocinas. A uno le puede parecer de estrellas Michelin y a otro como las de la aldea gala de Astérix; pero haberla, hayla. La diferencia sustancial con los anteriores colegas que mandaban en el CIS es que ahora se explican los ingredientes y cómo se hace el guiso. Vamos que se explica; y antes formaba parte del misterio de los brujos del gremio.

Como señalan en el actual estudio Preelectoral Elecciones Autonómicas 2018, «no existe un único modelo de estimación aplicable a toda circunstancia electoral». En este caso, el CIS advierte de que el modelo aplicado para estimar el voto «corresponde con una a) situación preelectoral en Andalucía, elecciones ya convocadas para el día 2 de diciembre, donde b) se observan dos dinámicas electorales complementarias: 1.- «estacionariedad» para un partido y una coalición electoral; 2.- volatilidad basada en transferencias entre otros dos, y c) aparece un nuevo partido con posibilidades electorales que se suma a la volatilidad ya señalada. Por lo tanto, el modelo se mueve entre la intención de voto que se corresponde para situaciones tranquilas y la interpretación de la volatilidad y «estacionariedad». En resumen: entre los votantes de derechas no tienen claro si votar PP, Ciudadanos o Vox; mientras en la izquierda hay una mayor estabilidad en intención, simpatía y recuerdo de voto y eso afecta a la «cocina» a la hora de hacer pronósticos sobre el voto. La respuesta, el 2 de diciembre.