Es bien conocido por todos los que siguen con fruición la actualidad política que lo que hoy es noticia, mañana será historia. Nadie se acuerda ya, sin ir más lejos, de las afirmaciones vertidas por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, tras el Consejo de Ministros del pasado día dos de noviembre. Durante esa comparecencia, la señora Calvo negó unas palabras pronunciadas por el actual presidente del Gobierno, en mayo, respeto a la tipificación como delito de rebelión de los hechos cometidos por los políticos catalanes que se encuentran en prisión preventiva, replicando, ante la atónita mirada de los periodistas presentes, que aquellas declaraciones no las había hecho el presidente, sino Pedro Sánchez.

Esas afirmaciones me indujeron a pensar que la vicepresidenta, o lo que es peor, el propio presidente, o incluso los dos, lo cual me genera aún más zozobra, podrían padecer un trastorno disociativo de la personalidad, lo que antes se llamaba un desorden de personalidad múltiple, enfermedad mental caracterizada por el desarrollo de dos o más personalidades distintas en el mismo individuo, cada una de las cuales puede alternarse en su consciencia mental, excluyendo a la otras. Se da la circunstancia, en determinados casos, de que esas dos o más personalidades no son conscientes de la existencia las unas de las otras. Sin embargo, acaso en un intento por preservar mi propia salud mental, o lo que quede de ella, deseché de mis pensamientos la posibilidad de que tan altos representantes de las máximas magistraturas del Estado pudieran padecer algún tipo de desequilibrio psicológico. En ese instante, me vino a la cabeza la famosa novela del escocés Robert Louis Stevenson, publicada en 1886, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en la que el Dr. Jekyll y Mr. Hyde son los dos alter egos del personaje principal, convertidos en la representación de la contradictoria personalidad del Dr. Henry Jekyll.

En la novela, el tranquilo y respetable Jekyll desarrolla en secreto una pócima que le permite disociar su personalidad entre la parte buena y la malvada. De ese modo, puede transformarse a voluntad en su abyecto homólogo, Mr. Hyde, sembrando el terror en las calles de Londres. Al principio, el médico es capaz de retornar a su estado normal sin problemas, pero algo va mal y sus personalidades empiezan a saltar de una a otra sin necesidad de ingerir la droga. La situación ha escapado a su control y ahora Mr. Hyde es un prófugo de la justicia, acusado de asesinato. Todo termina con el suicidio del Dr. Jekyll, aunque el cuerpo que aparece es el del Mr. Hyde. Sólo la confesión que Henry Jekyll deja escrita revela la historia de su lucha contra su propia identidad.

La noción de la doble naturaleza del individuo que plasma Stevenson en Dr. Jekyll and Mr. Hyde estaba muy extendida en el siglo XIX, especialmente entre la crítica literaria alemana y sus discusiones en torno a la figura del Doppelgänger, o el doble que se decía que toda persona encerraba. En otras novelas de esta misma época también podemos encontrar el mismo tema, siendo las más destacadas obras como El Doble, de Dostoyevsky; Frankestein, de Mary Shelley; El hombre invisible, de HG. Wells y, por supuesto, El retrato de Dorian Gray, del inmortal Oscar Wilde (vid. Esperando a Godot del 13 de abril de 2018).

La política española, aparte del ya mencionado extraño caso del Dr. Sánchez y el Sr. presidente, está plagada de ejemplos de doble personalidad. Esta misma semana conocíamos el acuerdo alcanzado por PSOE y PP para la renovación del Consejo General del Poder Judicial y la elección de su presidente. Hace quince días las relaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Casado estaban rotas, pero eso no les ha impedido llegar a un pacto, al que muchos tildan con otro nombre mucho menos decoroso, con la aquiescencia de Podemos, que al parecer ya ha entrado en la «casta» de hoz y coz. En este caso, justo es reconocerlo, sólo Ciudadanos ha obrado conforme a lo que predica y se ha mantenido al margen de estos turbios movimientos.

Mientras tanto, el PSOE de Elche, emulando a sus jefes de Madrid, ha sacado a pasear a su Mr. Hyde, o a su Dr. Jekyll, según se mire, y como consecuencia de la revolución que se está gestando en las pedanías de Elche, especialmente en Torrellano, a causa de las reivindicaciones insatisfechas en materia de infraestructuras educativas, ha comenzado a cargar contra Compromís y contra el conseller Vicent Marzà. De ese modo consigue un doble objetivo: comenzar a marcar distancias con sus socios de cara a los comicios y, de paso, desmarcarse de esta polémica cuestión, como si la coalición que gobierna en València y en Elche no tuviera exactamente el mismo signo político.