El poder de los muertos y en nombre de los muertos se suele matar, históricamente es así. Generalmente se respetan los restos humanos y se les suele tener algo de miedo, ya se sabe la culpa mueve montañas. Desde hace unos miles de años los muertos han sido tratados de manera especial. En Uganda, por ejemplo, los bagandas, la principal nación que vive en este país junto al lago Victoria, cuando muere un hombre, a los quince días, se organiza una fiesta que puede concluir con una orgía, la comunidad decide que el hijo menor del fallecido se convierta en su padre, sería una manera de proteger al huérfano; sus hermanos tienen que llamarlo padre. Si la que muere es una mujer sucede lo mismo, la pequeña se convierte en madre. Culturas que consideramos primitivas de manera peyorativo suelen ser muy creativas. El ausente se convierte en un miembro activo de la comunidad.

Cuando un refugiado, un inmigrante, los recursos del Estado y las ONG fallece o desaparece se movilizan para rescatar su cuerpo, cuerpos que muchas veces nadie reclama y se los ubica en un cementerio. Algunos animales tienen un comportamiento parecido. Cuando una manada de elefantes, conducidos por la abuela, encuentran los huesos de un elefante, los entierran...

En España, y en otros países, esta vieja costumbre no se respeta. Las cunetas cobijan los huesos de miles de fusilados. Después de Camboya, España ostenta el triste récord de ser el país con más desaparecidos del planeta. No faltan los que dicen que trasladar estos restos es... abrir heridas. Para familiares y compañeras y compañeros de estas víctimas es todo lo contrario. Los represaliados, los fusilados por el bando republicano están en los campos santos como corresponde.

La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez se trasladar los restos del dictador Franco de manera respetuosa pero en donde no se le rindan homenaje, es de sentido común aunque un ciudadano pensó en asesinar al presidente. Las guerras civiles no terminan nunca. El dictador Mussolini está enterrado discretamente en Predapio, donde había nacido. Y el dictador Videla fue enterrado por su familia de manera anónima. Mussolini fue fusilado por los partisanos antifascistas cuando escapaba a Suiza y Videla murió en una cárcel común condenado por sus crímenes.

El pasado, la memoria, nadie olvida nada. «Los griegos no tenían ante sus ojos el futuro, sino el pasado. Es decir, que entraban de espaldas en el futuro... El olvido devora todo lo que te sucede, no es capaz de éxitos, no es capaz de ocio placentero... La memoria es el modo de ser de lo que ya no es» ( Michel Foucault).