El guionista que humanizó a los superhéroes ha muerto. Stan Lee nos dejó ayer y a los amantes del género se nos ha quedado un gran vacío, aunque hace mucho que ya no escribía a los personajes que le convirtieron en leyenda. En la actualidad era el relaciones públicas de lujo de la editorial. Hasta hace poco, todos los cómics de Marvel aún empezaban con la frase: «Stan Lee presenta». Sigue abierto el debate de cuánto de sus cómics fueron directamente ideas de él o de sus dibujantes en el imperio editorial creado en los 60. Con los otros dos artífices de lo que es hoy el Universo Marvel, Jack Kirby y Steve Ditko, Lee terminó fatal y hace muchos años que no se hablaba. Juntos crearon a más de 300 personajes. Durante los primeros años, el dúo Lee y Kirby llegó a producir decenas de series cada mes. Con Marvel, los superhéroes dejaron de ser esos seres infalibles y perfectos de mandíbula cuadrada. Físicamente podían ser invulnerables, pero bajo las máscaras había personas que también eran tímidas e inseguras. Sus poderes podían llegar a ser una maldición. Los mamporros y la destrucción masiva se acompañaba de toques de culebrón que convertían sus cómics en una droga adictiva. Peter Parker tenía problemas para llegar a fin de mes y mantener a su anciana tía, a quien le daría un infarto si se enterara de que es Spider-Man. Iron Man parecía invulnerable con su armadura pero su alter ego, Tony Stark tenía problemas de corazón. Thor el dios del Trueno estaba enamorado de la humana Jane Foster, pese a que su padre Odín se oponía a la relación. Tan apasionantes como los héroes eran los villanos. ¿Cuánto se inspiró George Lucas en el Doctor Doom para crear al Darth Vader de Star Wars? La galería de enemigos de Spider-Man es una de las mejores del cómic, con permiso de Batman. En los 70, Stan Lee cedió los bártulos a una nueva generación de autores que no fueron tan prolíficos, pero los cimientos de su obra siguen intactos. Excelsior.
