Pink Floyd grabó, en 1979 -¡cómo pasa el tiempo!- «El Muro» (The Wall), en el que se incluía la copla «Otra piedra en el muro». Parafraseando aquella obra maestra de los amigos de David Gilmour y Roger Waters podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que al «equipo de desgobierno» de la casona del marquesado de Arneva le ha salido «otro grano en el culo». ¡Uno más; total! ¡Mientras que no se les infeste el «cerito», como decía Crispín Klander/ Florentino Fernández, estarán contentos!

Los oriolanos -por lo menos es lo que parece que se piensa en Palacio -¡digo parece!-, tenemos la fea costumbre de pedir y pedir; ¡venga pedir, como si no hubiera un mañana! ¡Chica chica, calla; qué manera de pedir!. Ahora resulta que los «vesinos» -¡anda como Jose, el «vesino»!- del barrio de Triana, que está en pleno centro de la «siudad», a menos de «sincuenta» metros de la Esquina del Pavo, «disen» que su barrio «sucumbe a la degradación por la falta de un plan de rehabilitación». ¡La madre que me parió! ¿Y eso qué es? ¿Alguien me puede explicar qué es un plan de rehabilitación? ¿No será lo de la plaza de toros o lo de Rubalcava? En Palacio parece -¡digo parece!- que no están muy por la labor de rehabilitar nada y cuando lo «hacen» -como el asfaltado de los Andenes/Avenida de Teodomiro- les sale mal. ¡Rehabilitar, rehabilitar, lo que se «dise» rehabilitar se rehabilita poco! ¿Habrá foto?; ¡si no hay foto no se rehabilita «na» y a volar la milocha!

Quiero recordar que en el barrio de Triana está uno de los dos refugios que se habilitaron en Orihuela -el otro está en la antigua plaza del Marqués de Rafal, actualmente de Ramón Sijé, junto a la fachada de la Biblioteca Pública Fernando Loazes y frente al palacio del marqués, que, por cierto, está en venta (el palacete)- para guarecer a la población durante los bombardeos en la guerra civil. Ese refugio, que fue recuperado por el Ayuntamiento, depende del consistorio y «se ofrece como reclamo turístico», como queda claro en el cartel que hay en la pared del «callejón empinao» por el que se accede al barrio.

El barrio de Triana está «apegaico» a la falda de la sierra de San Miguel. Por sus callejuelas, antiguamente y según me contaron en su día, bajaban «los señoritos del pueblo» que acudían a aliviarse con las meretrices que residían en la zona y que, de vuelta a sus casas, «miccionaban» en el lateral de la iglesia de las Santas Justa y Rufina, motivo por el que el obispado decidió tapiar una de las esquinas del templo, porque ¡muerto el perro se acabó la rabia!. ¡Eran señoritos, pero también puteros y cochinos! Triana es el barrio por el que atajan quienes siguen a los Cantores de la Pasión en su «acompañamiento» al Cristo del Silencio o del Consuelo y con la idea de estar preparados cuando el Cristo, obra de José Puchol (1795), llegue al claustro de la catedral, donde vuelven a entonar su canto, para el que se pide la declaración como «Bien de Interés Cultural e Inmaterial» y del que algunos historiadores aseguran que tiene «motivos similares a los del Misteri d'Elx».

Pues ese es el otro grano que les ha salido a nuestros desgobernantes, que siguen dando muestras de una inacción más que preocupante y que, cuando se mueven por algún motivo, lo único que consiguen es mosquear al personal, como, por ejemplo, a los de la Asociación Palmeral Vivo, que denuncian que Medio Ambiente -¡coño, la concejalía de mi amigo Cánovas!- firmó un convenio con la UMH para plantar palmeras en uno de los sotos del río y que, pocos meses después, se secaron porque nadie las regaba. ¡Sólo tenían que regarlas, pero no; se han secao! No hace mucho, viendo en la tele el incendio en la sierra de Llutxent, en Gandía, me acojoné. Me vino a la cabeza la sierra de la Muela, donde siguen habiendo cantidad de pinos secos; ¡muertos, joder! ¿Os imagináis una tormenta seca y que caiga un rayo en la zona? Hay épocas en las que se producen este tipo de fenómenos y nadie está libre de pecado, ni siquiera el concejal de Medio Ambiente, aunque no sea de su competencia. ¡Señor, que no les salgan más granos, aunque seguro que, por lo menos, les aflorará «anguna» espinilla!