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José Emilio Munera

Opinión

J. E. Munera

Cerebros rapados en el tercer milenio

Ocho años después, Hércules y Castellón volvían a citarse en el Rico Pérez en un derbi autonómico de escaso voltaje y teóricamente desigual: segundo contra colista. Sobre el papel, un partido de guante blanco, pese a los antecedentes de áspera rivalidad entre sus seguidores. Han pasado muchas calamidades ambos clubes en estos últimos años de penuria económica e indigencia deportiva: el blanquiazul amenazado de liquidación por las deudas y la mala gestión y el «orellut» perdido en los abismos de la Tercera División.

Hermanadas ambas aficiones en la desgracia y por cierta tendencia al fatalismo, cuesta mucho entender que a estas alturas del nuevo milenio, supuestos aficionados de los dos equipos se citen impunemente para abrirse la crisma a palos tres horas antes del partido en la zona Norte de Alicante.

En estos tiempos de proyección internacional del fútbol español y de santificación del juego limpio, chocan especialmente estas escenas de lucha callejera entre cerebros rapados y de guerrilla urbana en plena vía pública.

Contra lo que puedan opinar algunos de estos trogloditas contemporáneos, no hay nada de disputa ideológica o pseudopolítica en sus reyertas callejeras, grotescas y absurdas. Simple y llanamente es violencia pura y dura, una pulsión primitiva y autodestructiva más propia de otros tiempos, pero que aún excita a estos cachorros de entre 20 y 40 años que se refugian en los colores de equipos de fútbol para buscar camorra.

Tampoco se entiende que este derbi autonómico venido a menos no fuera declarado de alto riesgo por la correspondiente Comisión Antiviolencia. Con los antecedentes de anteriores enfrentamientos violentos, no sirven de excusa ni la categoría de la Segunda B en la que militan ambos equipos, ni la mala marcha del Castellón, ni nada parecido. Que dos agentes tengan que disparar al aire en defensa propia en plena calle es lo suficientemente grave para que los responsables policiales tomen nota para la próxima y se eviten posibles males mayores.

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