ay que reconocer que, a estas alturas, es muy difícil que nos sorprendan los caprichos y desvaríos del «capo» del socialismo alicantino, Ángel Franco, quien desde hace años, con sus decisiones personalistas y actuaciones atribuladas, viene dañando y erosionando sin límite al PSOE de la capital, arrastrándolo a una progresiva pérdida de peso político y de credibilidad. Pero su última decisión, proponiendo como candidato a las primarias para ser alcaldable socialista al jefe del Servicio Médico del Ayuntamiento de Alicante, Andrés García Trillo, ha llenado de sorpresa, indignación y carcajadas, a partes iguales, a amplios sectores de la ciudad.

Sin embargo, en esta ocasión, siendo lamentable, una vez más, la elección personal de Franco, tiene un significado muy particular al venir avalada (al menos inicialmente) por la Ejecutiva del PSPV y por el propio Ximo Puig, quien apoyando este disparate certifica estar de espaldas a la ciudad, desentendiéndose de su situación y su futuro. A las responsabilidades históricas que acumula el socialismo alicantino por los escándalos en los que se ha visto envuelto (como en el fallido Plan Rabasa), sus sucesivas derrotas electorales, las trifulcas y luchas intestinas que viene protagonizando, así como su polémico mandato al frente del fracasado gobierno del tripartito de izquierdas, incluyendo la pérdida de la Alcaldía, se suma ahora el fiasco en el proceso de búsqueda de un «mirlo blanco», asumido personalmente por el propio Ximo Puig.

En los últimos meses, se conocía que el propio presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, quería buscar un candidato de prestigio para encabezar la candidatura municipal del PSOE en la capital, quien con su carisma, proyección y conocimiento de la ciudad pudiera liderar una lista con peso y solvencia que permitiera remontar el retroceso histórico de los socialistas alicantinos, al tiempo que protagonizara el impulso renovador que Alicante necesita. Todas las personas a las que el propio Ximo Puig se ha dirigido, con una incuestionable trayectoria y prestigio, han rechazado unánimemente la propuesta, demostración inequívoca de cómo se encuentra el PSOE en la ciudad para que nadie quiera acercarse por allí. Pero a pocas horas de que finalizara el plazo de presentación de candidatos, el inefable Ángel Franco, contando con el apoyo de la ejecutiva del PSPV y del propio Ximo Puig, se saca de la manga a un auténtico desconocido, jefe de los Servicios Médicos del Ayuntamiento, conocido por su cercanía a la derecha y su afición a montar a caballo.

Ante mi completo desconocimiento sobre esta persona, de inmediato comencé a buscar referencias suyas, sin encontrar absolutamente nada, por lo que llamé a funcionarios municipales, coincidiendo todos ellos en su absoluta estupefacción al conocer la noticia por el conocido perfil conservador de este médico, hasta el punto de asegurarme que incluso hubieran entendido que figurara en una candidatura del PP. Pero a diferencia de otros funcionarios, comprometidos con organizaciones o entidades de la ciudad, él nunca ha participado públicamente en nada.

En el acto de presentación de su precandidatura a las primarias del PSOE, el aspirante franquista, García Trillo, afirmó con orgullo que «viene sin mochila», al tiempo de presumir ostentosamente de no ser militante. Se equivoca porque no hay peor mochila que la de llegar de la mano de Ángel Franco. Pero en este caso, el problema no es carecer de mochila, sino no haber movido nunca un dedo por su ciudad y por sus ciudadanos, no haber escrito una palabra sobre Alicante, no haberse mojado públicamente, no haber participado nunca en nada para mejorar la ciudad y la vida de sus habitantes, ni haber asistido, siquiera como público, a nada de nada. Este es el perfil de las personas que, para Franco y sus seguidores, tienen las mejores cualidades para un liderazgo moral y político en Alicante, para dirigir su transformación y cambiar los muchos problemas que acumula, alguien de ideas cercanas a la derecha que nunca se ha comprometido por la mejora y transformación de Alicante. Y lo que es peor, esto es lo que apoya también la ejecutiva del PSPV y el propio Ximo Puig, certificando así el proceso de descomposición que vive el socialismo alicantino.

El malestar y rechazo que esta propuesta ha causado, no solo entre numerosos alicantinos, sino entre un buen número de militantes y simpatizantes socialistas, es de tal calibre que exigiría, de una vez por todas, que alguien asumiera la necesidad de terminar con esta deriva en el PSOE de la capital y acabara con tanto disparate. No hay duda de que a la ejecutiva del PSPV no le importa lo que ocurre en Alicante, no es algo nuevo, pero Ximo Puig necesita de sus votantes, lo que hace aún más incomprensible que apoye un disparate semejante. Porque si actúa así cuando nos necesita, no quiero pensar cómo actuará cuando no nos necesita.

Seguramente también ha llegado el momento de que el resto de candidatos a las primarias socialistas, Eva Montesinos y José Asensi, sean conscientes de la gravedad de la situación creada y trabajen conjuntamente para impedir que Franco, una vez más, se salga con la suya y acabe muriendo en la cama llevándose el control del socialismo alicantino.