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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

Arremolinados en el parque

Justo un mes atrás estaba en Strawberry Fields, sobre el costado de Central Park con forma de lágrima y, como el lexatil logró por primera vez que me fundiera el vuelo de regreso de punta a cabo, creo que aún sigo sentado a la altura de la calle 72 y no hay quien me saque de ahí ni falta que hace. Strawberry era el nombre de un orfanato del Ejército de Salvación al que John Lennon acudía con sus amigos de la infancia en el suburbio de Liverpool donde vivía y en cuyo jardín se refugiaba en un árbol junto a su timidez, bajo la incierta percepción de que era diferente a los demás, al tiempo que no se perdía ni una de las notas que aquella banda uniformada emitía en rigurosa formación.En torno al mosaico de Imagine, rodeado de olmos, arbustos y flores en el rincón neoyorkino, hubo que poner orden en su día después de que los músicos callejeros llegaran a las manos por hacerse con el control para sacarse unas buenas perras por cantar las piezas más codiciadas de aquel chavalín que tras la Segunda Guerra Mundial se intuía distinto. Quienes, desde que fuera enviado al otro mundo arrebatadoramente joven aún, le rinden tributo, han logrado ponerse de acuerdo dentro de lo que cabe y van dándose el relevo de hora en hora durante la que pueden enfundarse doscientos dólares de media por llevar la ilusión óptica a seguidores procedentes de cualquier rincón perdido del mapa si no existiera Google.Dentro de la turbulenta niñez del beatle, es Julia la canción que suena, dedicada a esa madre que, aunque superada en tan difícil papel, le regaló su primera guitarra antes de que un poli ebrio al volante acabara con su vida. A dos pasos del edificio Dakota, donde pasaportaron a Lennon, Strawberry Fields no sería mal sitio para recogerse, pensar sobre si la violencia y la crueldad son inseparables compañeros de la ignorancia como alega Emilio Lledó y darle una oportunidad a la paz. Sin embargo, el noventa por ciento de los presentes lo que hace es vociferar para no matar al de al lado por hacerse el selfie primero.

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