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Joaquín Rábago

Impotencia de los europeos

Da un poco de vergüenza ajena ver la sensación de impotencia - por no llamarla "sumisión"- de los Gobiernos europeos frente a los intentos del presidente Donald Trump de aislar a Irán.

Washington utiliza la principal baza económica de que dispone, el dólar, para doblegar voluntades y hacer en todo momento lo que le viene en gana, sin el mínimo respeto hacia sus aliados, en un mundo que pretende siga siendo unipolar .

Tras abandonar unilateralmente el acuerdo nuclear firmado con Teherán por su predecesor y otros jefes de Estado y de Gobierno, Trump ha amenazado con sanciones "secundarias" a las empresas que desafíen su prohibición de seguir negociando con Irán.

A las empresas, esto es, de cualquier país, sean o no aliados, porque el autócrata Trump se imagina ser el amo del mundo, y nadie, si no son Rusia o China, parece atreverse todavía a contradecirle.

Según el diario alemán FAZ, los diplomáticos europeos no saben a qué atenerse porque el Gobierno de Trump no ha respondido a ciertas preguntas sobre el alcance de ese tipo de sanciones.

La embajada de EEUU en Berlín, cuyo titular parece actuar a veces como el gobernador de una provincia del imperio romano, había convocado a empresas germanas de distintos sectores a una reunión para tratar el tema, pero en el último momento se anuló la cita.

No saben así esas empresas si podrán, por ejemplo, seguir suministrando medicamentos, materiales de construcción o artículos de consumo a esa República sin exponerse a sanciones por parte de EEUU.

Tampoco se sabe si entre las empresas susceptibles de sanción figura Swift, sociedad cooperativa bajo jurisdicción belga que tiene a su cargo una red internacional de comunicaciones entre bancos y otras entidades financieras.

¿Afectarán también las sanciones con que amenaza Washington y que entran en vigor la próxima semana a los proyectos de cooperación con Irán para el uso pacífico de la energía atómica una vez que Washington ha incluido en su lista negra a la agencia nuclear iraní?, se preguntan muchos.

La continuación de esos proyectos permitiría a los británicos seguir trabajando con sus colegas iraníes en la reconversión de las instalaciones nucleares de ese país de forma que no puedan fabricar material fisible susceptible de uso militar.

El pasado octubre se anunció, por otro lado, que la UE pondría en marcha un mecanismo que permitiría a las empresas medianas y pequeñas seguir operando en Irán sin tener que depender de los pagos en dólares sino con el recurso a una especie de trueque, pero ningún país se ha mostrado hasta ahora dispuesto a acogerlo.

La falta de respuestas de Washington a muchas de las preguntas de los europeos pueden tener que ver con diferencias entre el consejero de seguridad, el halcón John Bolton, y el algo más moderado ministro de Finanzas, Steven Mnuchin, a quien preocupan las consecuencias para la economía mundial.

Pero, como escribe el citado periódico alemán, Washington no tiene siquiera que mostrar sus cartas porque ya le beneficia la actual incertidumbre: así grandes empresas como Total o Siemens han cortado sus vínculos con Irán por miedo a que, en caso contrario, se viesen afectados sus negocios en EEUU.

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