«fuck, Trump» (Que te jodan, Trump) fue la expresión con la que el actor norteamericano Robert de Niro, cerró su intervención en un reciente evento cinematográfico, como protesta a la postura del presidente en lo referido a política inmigratoria. Cuesta imaginar una expresión similar en boca de un actor español, que sin embargo es aceptada sin dramatismo por los americanos, incluido el propio Trump, que respondió con displicencia que De Niro no era más que un actor sobrevalorado. Lo que define perfectamente la actitud del americano medio, tan contradictorio como demócrata. Y utilizo este ejemplo por su contraposición a la actitud de la judicatura española que en los últimos tiempos se toma demasiado en serio las declaraciones públicas de algún actor ( Willy Toledo) por sus expresiones injuriosas a la religión católica; o a algún rapero (el mallorquín Valtonyc) actualmente huido en Bruselas, que fue condenado a tres años y medio de cárcel por sentencia ratificatoria del Tribunal Supremo, por sus canciones (sic) de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona. No justifico en absoluto ninguna de las dos conductas, pero en ambos casos considero que los jueces elevaron la anécdota a categoría, cuando personalmente debería tratarse como algo de mal gusto o mala educación, simplemente, y por mucho que el Código Penal lo contemple como delito. Y es que en los últimos tiempos el conservadurismo se está extendiendo de forma preocupante; y su mayor ejemplo es el debate sobre la exhumación de los restos del dictador y el lugar en que se depositarán. Personalmente no puedo sino respetar a aquellos sectores (pocos, pero ruidosos) que todavía están poseídos por la nostalgia, añorando la figura de alguien condenado por la historia; pero respetar no significa estar de acuerdo, y esa es (o debería ser) la postura de un demócrata convencido. De cualquier forma, me parece que estamos gastando demasiadas energías con este asunto; los dictadores históricos de los últimos tiempos en el entorno occidental tuvieron diferente tratamiento al fallecer: Mussolini, como se sabe, murió víctima de un ataque popular, y fue enterrado discretamente en su ámbito familiar; los restos de Adolf Hitler, tras su suicidio e incineración, fueron enterrados por los rusos en lugar desconocido, y en cuanto a Lenin, permanece enterrado, desde su muerte en 1924, en un mausoleo que lleva su nombre en plena Plaza Roja de Moscú, y es objeto de numerosas visitas turísticas, es una atracción más para quien visita el Kremlin, pero el año pasado el gobierno inició la tramitación de un proyecto de ley para proceder a su enterramiento en un lugar común. Como ven, tanto unos como otros, pero todos tiranos dictadores, están desembocando en el mismo lugar: el intento de olvido por parte de la sociedad actual. Pues esa será, más pronto que tarde, la actitud de la sociedad española: el olvido de una página negra de la historia que no merece ser recordada. Ese día, en el que nadie recuerde la figura de Franco, seremos por fin una sociedad sana. El actual gobierno tiene y tendrá serias dificultades para resolver satisfactoriamente (pero nunca a gusto de todos) este espinoso asunto que se ha convertido en el primer tema de conversación y tratamiento en los medios. Y no es eso, señores, no es eso. Los españoles somos entusiastas de los símbolos, y el asunto de marras lleva camino de convertirse también en un símbolo para un sector de la población española, que por pequeño que sea dará guerra. Así que lo deseable sería que el gobierno tuviera la lucidez, el sentido común y la habilidad para resolver el asunto sin que haya sangre (simbólica, claro). Un gobierno que parece estar asentado sobre un campo de minas y al que le crecen los enanos: al candente asunto catalán, que lejos de resolverse mantiene su postura de forma cada vez más obstinada, se une el asunto del enterramiento definitivo del dictador; un gobierno que ve entorpecida y retrasada su actitud resolutoria de problemas esenciales para los españoles, y al que hay que desear suerte para que el grano sea mucho mayor que la paja.

? La Perla. «La nostalgia es la única distracción posible de quien no cree en el futuro». (De la película La gran belleza, del italiano Paolo Sorrentino).