A estas alturas del partido y después de todo un mandato de enfrentamientos, parece una quimera poder hablar de la necesidad de que el Consell y la Diputación inicien una necesaria etapa de diálogo para, desde la lealtad institucional, coordinarse en beneficio de los ciudadanos de Alicante. Así que en estos momentos, si cabe, es más necesario que nunca citar, por si a alguien se le ha olvidado, aquella vieja máxima de la política que apela a la comunicación: «Cuando más fuerte resuenan los cañones, mejor debe funcionar la diplomacia». Ocurre, sin embargo, que en estos momentos en los que la artillería dispara a pleno rendimiento es cuando la relación entre las dos administraciones está más dinamitada. Demasiad0 tacticismo y poca altura de miras. A César Sánchez le atribuyen una operación para acabar liderando el PP en la Comunidad como relevo de Isabel Bonig en el caso de una probable derrota electoral autonómica. Y al Botànic el intento de cobrarse la pieza de más rango en las filas populares. Ojo: todo tiene su riesgo. Sánchez está en el mismo barco de Casado y no se puede pasar de frenada. Y la operación que impulsan altos cargos del PSPV no genera unanimidad ni siquiera entre sus socios de Compromís. ¿Y los alicantinos?
