Una joven cantante de un exitoso programa de televisión, Operación Triunfo, se ha revelado contra la organización del reality negándose a cantar una canción de Mecano -escrita por Jose María Cano en 1988- que contiene la palabra «mariconez». Lo hace por dignidad, porque considera que es un término homófobo y solicita a sus profesores que se modifique el término por otro, menos ofensivo y que no atente contra la dignidad de otras personas. La polémica estalla en menos de 24 horas. La cantante de Mecano, Ana Torroja, miembro del jurado de Operación Triunfo se niega y el autor de la letra prohíbe expresamente cambiar ningún término de su canción. El «artisteo» se revuelve y cargan contra la aspirante en redes sociales, cómo no, por tener la inocente intención de cambiar una letra -que parece inamovible y escrita en piedra- por otra menos ofensiva. Lo importante de toda esta polémica es observar cuánto hemos cambiado y cómo hemos avanzado. «Mariconez» era un término homófobo antes y lo es ahora, la diferencia es que antes tenías que callarte cuando lo escuchabas y aunque te doliera y ahora no. Que jóvenes veinteañeros se revelen ante lo que consideran una injusticia nos debería enorgullecer. Que una joven valiente se niegue a utilizar un término que considera inapropiado, ofensivo y degradante para todo un conjunto de personas y que lo diga públicamente es una prueba de todo lo que está cambiando esta sociedad. Y pese a semejante prueba de dignidad de la concursante, el jurado, los profesores de la Academia, el programa y la cadena, en definitiva, los adultos responsables, no han sabido estar a la altura de lo que se les pedía: un simple cambio. Modificar un insulto por otra palabra no ofensiva. Se han limitado a respetar la voluntad del autor de la canción, que se ha negado a la modificación. Qué lección de la juventud. Para tomar nota. Algo ha cambiado en todo este tiempo en esta España nuestra. Algo hemos cambiado como sociedad. Y eso da esperanza a la gente que nos dedicamos a concienciar y a sensibilizar. «Mariconez» era un insulto entonces y lo es ahora. Pero la diferencia es que antes nadie se atrevía a denunciarlo. Que los cantantes modernos, de entonces, lo ponían en sus letras. Y que ahora hay quien, con valentía, lo señala y se niega a pronunciarlo. Ese es el camino. Y en eso sí que hemos cambiado. Por suerte.