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Mala suerte no, buena

Una nueva investigación de su carismático detective Roures, especializado en infidelidades. «En principio, no echaría mano de un detective

Hay quien no puede cruzarse con un gato negro porque es pájaro de mal agüero. Ni ponerse una chaqueta amarilla ni levantarse de la cama apoyando primero el pie izquierdo. Impensable que se rompa un espejo o derramar sal en la mesa. Todo esto, todavía más grave si es viernes trece. Ese día mejor no salir a la calle. Pero si se sale y se encuentra un trébol de cuatro hojas (difícil) o pisan una caca (fácil, si paseas por Alicante) es buenaventura. Supersticiones irracionales que no van con servidora. Tampoco, con la periodista y escritora Marta Robles desde que ganó el Premio Fernando Lara 2013. Antes, por herencia materna confesó que sí lo era.

Alta, delgada, guapa y rubia sin un pelo de tonta, porque lo de las rubias es un mito tan irracional como lo de los gatos negros, el amarillo, el trébol, la caca y demás argumentos. «No sé si tengo suerte, lo que si sé es que la aprovecho y me siento muy afortunada por ser una mujer disfrutona. Me dejas en un charco y disfruto saltando en el barro», comenta Robles.

El pasado viernes, el Aula de la Mujer del ISCE (Instituto Superior de Ciencias y Educación) inauguró su nuevo ciclo de almuerzos solidarios en el colegio El Valle. Vestida muy rockera, como si fuera a un concierto de Miguel Ríos, la madrileña volvió a conquistar este foro que visitó el año pasado con su libro A menos de cinco centímetros. En esta ocasión, la escritora presentó su última novela La mala suerte. Una nueva investigación de su carismático detective Roures, especializado en infidelidades. «En principio, no echaría mano de un detective. ¡En mi vida! Pero si eligiera a uno, sería él, Roures», comenta Marta. Pero la historia no va sólo de infidelidades, desapariciones? «Va más allá, nos invita a la reflexión», asegura.

Para Marta, visitar Alicante es muy especial porque siempre que viene se le remueven sentimientos y recuerdos de infancia: «Para mí el mar, el Mediterráneo, era el mar de Alicante». La madrileña cuando era una niña veraneaba en la playa de San Juan, en el apartamento de su abuela.

El ISCE celebra su primer encuentro mensual dirigido sólo a mujeres. «Es un privilegio contar con su presencia, representa los valores que queremos transmitir: liderazgo, profesionalidad y esfuerzo», dice Lola Peña, directora del Aula de la Mujer. Paloma Gómez Borrero, María Dueñas, Carmen Posadas, Sonsoles Onega o Carmen Lomana son, entre otras muchas, las mujeres que han participado en el foro.

La directora del ISCE, Begoña Méndez, adelantó que «seguimos en este nuevo ciclo con el mismo formato. La próxima ponente será Isabel Gemio. Es un encuentro de mujeres en el que se fomenta la igualdad y siempre con un fin solidario para colectivos desfavorecidos». En esta ocasión, AODI (Asoc. Ocio Ocupacional para Discapacitados Intelectuales) fue la beneficiaria de la recaudación íntegra del almuerzo que «destinaremos a la adquisición de pantallas digitales para el taller de nuevas tecnologías y un armario para el de musicoterapia y poder guardar todos los instrumentos que compramos en otro almuerzo solidario», cuenta Paloma Arroyo, presidenta de la ong.

Entre las más de 100 asistentes, se encontraban la diputada provincial de Bienestar Social, Carmen Verdú; la concejala de Cultura, Mª Dolores Padilla; Esther Guilabert, directora de IFA, y María José Argudo, gerente de Cultura de Diputación. También, representantes de asociaciones como Luz Rodríguez, de AFA; Carmen Robles, de la Fundación Manuel Peláez; Paloma López de APNEA; Conchita Senante de Nuevo Futuro; Loreto Brotons de APAMM; Mónica Redondo de Aldeas Infantiles; Nito Manero de APSA; Leonor Martínez de Alinur; Elisa Torres de APCA; Consuelo Giner de Espejo de Alicante; Esmeralda Lamas, de Alas Vivas, e Irene Koch de Big Elephant. Y muchas más.

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