Presupuestos. Ha habido un gran revuelo entre los dos principales partidos de la derecha española una vez conocido el Acuerdo de Presupuestos Generales del Estado para el año 2019 que el Gobierno de España ha presentado en Bruselas para su revisión y en su caso aprobación. Lo que más ha sorprendido al PP y a Ciudadanos ha sido el calado de las reformas sociales que van implícitas en muchas de las medidas que recoge el acuerdo y que tienen como objetivo reforzar el Estado del Bienestar. Se apuesta por la sanidad pública, se pretende subir el salario mínimo, se combate la figura del falso autónomo y suben las ayudas a la dependencia. A cambio se suben los impuestos a los que de todos modos van a seguir defraudando. ¿Y qué esperaban?, ¿soluciones liberales para los problemas generados por el liberalismo económico? Muchas de estas propuestas ya fueron anunciadas por Pedro Sánchez como realidad a conseguir si llegaba al Gobierno cuando estaba en la oposición. Además, son un ejemplo del ideario socialdemócrata del siglo XXI. Ni el Partido Popular ni Ciudadanos, después de criticar las medidas de carácter social que este borrador de presupuestos pretende poner en marcha, han planteado alguna alternativa, alguna idea. Como el PP no plantea ninguna alternativa el ciudadano debe acordarse de lo que hizo cuando gobernaba: hacer lo contrario, es decir, implantar un largo listado de recortes que afectaban a las clases medias y bajas para no tener que subir los impuestos a las grandes empresas ni a los que tienen su dinero en Suiza o en Panamá. Grandes patriotas.

Retroderecha. Piensa Pablo Casado que la eutanasia no debe regularse porque es un tema que ni interesa a la sociedad española ni genera ningún problema digno de resolver. Una vez más la derecha no asume el siglo en el que vive. Más bien preferiría volver a la España de los años 50. El Partido Popular no quiere hablar de dar una solución definitiva al vergonzoso Valle de los Caídos, ni a aborto, ni a los miles de cuerpos que permanecen enterrados en cunetas de media España, ni tampoco, por lo que vemos, a regular la eutanasia. Esta negativa de Casado responde al miedo a decir en público lo que realmente piensan. Su actitud me recuerda a la conocida frase que un octogenario Franco dijo a un ministro en los últimos días de la dictadura: «haga como yo, no se meta en política». Una muerte digna para todos los ciudadanos debería ser un objetivo a cumplir por cualquier sociedad que pretenda ser avanzada y estar alejada del oscurantismo. Comparar la eutanasia con la esclavitud o la venta ilegal de órganos como ha hecho el Partido Popular en su escrito de oposición al proyecto de ley que pretende regular la eutanasia presentado en el Congreso de los Diputados, demuestra que, una vez más, el Partido Popular no logra distinguir las ideas políticas de las religiosas. Un Estado moderno no se tiene que regir por las ideas religiosas de sus dirigentes.

Se resiste. El Papa Francisco pretende implantar en la Iglesia Católica una nueva dirección centrada en las personas y menos en los sagrados dogmas, pero en España, la Iglesia parece que no se da por enterada. El cambio más importante tiene que ver con la respuesta de la Conferencia Episcopal a los casos de pederastia que se van conociendo a pesar de las dificultades personales que los denunciantes deben superar. Tras años de ocultación y de mirar para otro lado, la Iglesia española debe asumir su pasado y su responsabilidad, levantar alfombras y abrir las puertas de las sacristías para que toda la verdad salga a la luz. Sólo de esta manera podría mantener su pretendido papel preponderante en una parte de la sociedad española y una presencia que debe ceñirse a las cuestiones religiosas sin inmiscuirse en cuestiones de Estado que incumben únicamente a la soberanía popular representada en el Congreso de los Diputados.

Rato. La próxima entrada de Rodrigo Rato en la cárcel cierra de manera definitiva una forma de hacer política y una manera de entender la economía, pero falta que el modelo de sociedad que se desarrolló a partir de estas dos premisas termine también. El culto al dinero, a la imagen, al aparentar, al uso de un lenguaje chusco y grosero mientras se cena en un caro restaurante pagado con el dinero de los demás y al desprecio hacia todo lo que tenga que ver con la educación, la literatura y el arte debe dar paso al respeto y a la formación de las personas en el mayor número posible de ramas de la cultura. De la época de Aznar y de las principales figuras que pusieron en práctica la cultura del pelotazo y el desprecio a las minorías con un tufo religioso nadie se acuerda: sólo los jueces. Unos en la cárcel y otros en el olvido. Eso sí, viviendo de manera opípara en empresas privadas que los han colocado por haberlas concedido mediante contratas el dinero que tenía que haber ido a becas, dependencia, ayudas sociales o a los comedores escolares.