El pasado domingo, este periódico publicaba un interesante reportaje, firmado por Ana Fajardo, recordando el 40 aniversario del soterramiento del tren a su paso por la ciudad de Elx.

Dicho acontecimiento tuvo lugar el 15 de diciembre de 1977, después de cinco años de obras. Fue, ciertamente, una actuación colosal y que resolvió un problema mayúsculo de la ciudad, como lo era el hecho de que las vías dividían la misma y no sólo en un sentido físico sino también, como se dice en el reportaje, a nivel social. No era igual vivir «arriba de la vía, que abajo». Su eliminación facilitó, enormemente, la integración de una gran parte de la ciudad.

Y es que, con los años, en el enorme descampado, hoy Avenida de la Libertad, por donde circulaba el tren no sólo estaban las vías sino que, posteriormente, se construyó un muro a ambos lados dejando sólo determinados pasos a nivel, con lo que la evidencia de separación entre ambas zonas era aplastante y denigrante. La construcción del mismo, bajo pretexto de más seguridad, contribuyó a consolidar la división de la ciudad y afear un espacio urbano que reclamaba otras soluciones.

Sólo después de años y de accidentes mortales se consiguió el soterramiento de las vías. Una decisión necesaria y digna de resaltar. Lástima que, visto ahora, no se previera, en su momento, una posible doble vía y mayor altura de gálibo para posibilitar una electrificación de la misma. Pero, claro, la época era la que era y, probablemente no se pudo hacer más, y gracias, vistos los problemas que, en otras ciudades, todavía producen las vías en superficie.

En todo caso, recordar lo que supuso esta obra, hace más de 40 años, y lo que costó conseguirla, debería permitir plantearnos cómo está la situación ferroviaria hoy en la ciudad. Si en aquel momento asistimos a una importante mejora en las infraestructuras ferroviarias que afectaban a Elx, no podemos que decir que, ahora, estemos en una situación similar. Más bien lo contrario.

El cambio de modelo del tráfico de pasajeros por tren que ha experimentado España, desde los años 80, en los que se apostó por el AVE, inaugurando el Madrid-Sevilla, y la consiguiente decisión de implantar este tipo de locomotoras, y el viario propio que necesita, en el resto del Estado, ha hecho que el tráfico convencional de pasajeros en tren haya pagado las consecuencias de aquel cambio de modelo, mucho más lustroso, evidentemente, pero cuestionable social y económicamente ya que deja, prácticamente, sin recursos suficientes otras modalidades ferroviarias convencionales mucho más utilizadas por la población.

Una consecuencia de todo ello es que, por mucho que se reclame, y no se hace lo suficiente, la línea Alicante-Elx-Murcia suele llevar un vagón de promesas, pero pocas realidades. Es una de las líneas de cercanías más utilizadas del Estado. Aunque, por diversos problemas de todos conocidos, está perdiendo pasajeros en los últimos años. La Memoria de RENFE reconoce que, en 2016, últimos datos conocidos, fueron más de 3.600.000 los que la utilizaron. Parece un número considerable y que podría aumentar si las prestaciones fueran mejores.

Ahora parece que todo se resolverá cuando el AVE pare en Matola. Aunque, en un alarde de sinceridad, el nuevo ministro, señor Ábalos, ha dicho que será para el verano de 2019, de momento. Sin embargo, de las obras de mejora de la línea que nos afectan directamente ya no hay ni promesas. Se ve que han agotado el lote. Han dicho tantas fechas y han prometido tantos informes, estudios, proyectos y similares que, han preferido dejar soterrado el tema, nunca mejor dicho.

El problema es que es nuestra ciudad la que se verá más afectada por esta indecisión. Y es algo que no nos han resuelto ni cuando estaba el PP ni cuando era el PSOE. Con la línea de AVE en marcha se agravará Cercanías. Debería resolverse con antelación la conexión con la estación de Matola, que tiene visos de querer ser la conexión ilicitana con el mundo mundial ferroviario, o eso nos dicen. Y, si se pierde alguna conexión de Media Distancia, peor todavía. La situación de la misma, su deterioro y sus limitaciones técnicas están contribuyendo a su marginalidad y pérdida de calidad y servicios adecuados.

La falta de conexión con el aeropuerto es injustificable. La no supresión de pasos a nivel en Torrellano, no alargar el soterramiento en la zona nueva de Altabix o la falta de apuesta por el Corredor Mediterráneo es difícilmente explicable. El Ayuntamiento de Elx debería ser más beligerante, incluso llamando a la participación de la sociedad civil ilicitana en sus reivindicaciones ante el Estado en esta materia. Somos los más perjudicados por la inacción actual. Mucho costó el soterramiento del tren hace 40 años, pero demasiado está costando que afloren soluciones a otros problemas actuales.