Con independencia de valiosas reflexiones y consideraciones que pudieran ser plenamente acertadas y sugerentes, hemos de reconocer que Elche, desde siempre, ha sido una ciudad laboriosa, trabajadora y emprendedora, que ha crecido al vaivén de las necesidades de la industria, creando, innovando y adaptándose a los cambios del mercado y de la competencia internacional. El rápido crecimiento de los años 60 y 70 dio lugar a una sub-urbanización en determinadas zonas. Nuestras calles, en décadas anteriores, albergaban centros fabriles y olían a goma y a cola de pegar. Diariamente oíamos las sirenas al término de cada turno de la jornada, tal como hoy escuchamos las campanas de los templos parroquiales. Los padres regañaban a sus hijos traqueteantes en los estudios con incorporarlos de inmediato a trabajar en la fábrica.

Elche sigue siendo una ciudad plenamente identificada con la industria del calzado. Pensar cómo irá evolucionando esta industria a lo largo y ancho de todo este siglo es pensar cómo será el devenir de esta ciudad: dirigida y gobernada por las economías del conocimiento y las nuevas tecnologías, determinada por el medio ambiente y abastecida por servicios avanzados. Lo que predomina hoy son las Smart City, las ciudades inteligentes, que aplican las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) con el objetivo de garantizar un desarrollo sostenible, un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos, una mayor eficiencia de los recursos disponibles y una participación ciudadana activa.

Proyectos en esa dirección que se podrían acometer, entre otros, serían: edificios domóticos, transporte público eléctrico (taxis y autobuses) con los respectivos puestos de recarga (público y privados), sensores inteligentes que midan, entre otros, tanto la contaminación medioambiental como la acústica y sensores que recopilen datos necesarios para mantener la ciudad conectada e informada (contenedores, aparcamientos, semáforos, etc.), implementación de la tecnología Led para la iluminación ornamental para edificios históricos (Calahorra, Palacio de Altamira, Ayuntamiento, Clarisas, Santa María, puente de Canalejas, de la Virgen etc.) y también implementar dicha tecnología Led en áreas verdes (Parque municipal, ladera del río, entre otros lugares) creando con ello un entorno urbano seductor. Dotarnos de parques periurbanos1 con valor ecológico, concienciar a la ciudadanía con el plan de residuos, incrementar el uso y la red de bicicletas para poder acelerar y descongestionar el tráfico, Wi-fi público de libre acceso y banda ancha para teléfonos celulares.

En la ciudad de Elche contamos con tres universidades. La decana de todas ellas es la Universidad Nacional de Educación a Distancia (La UNED) vigente desde el año 1976. En 1994 sería el año del establecimiento del CEU, al principio adscrito a la Universidad de Alicante y poco tiempo después a la Universidad Cardenal Herrera-CEU; tres años más tarde, en 1997, se implantaría en nuestra ciudad la Universidad Miguel Hernández. Como bien saben Vds. la primera es estatal, la segunda es privada y la UMH depende del gobierno autonómico. La UNED a diferencia de las otras dos cuenta con un alumnado mayoritariamente mayor de 25 años, que suele compaginar trabajo, familia y estudios, a quien no se le exige la presencialidad física en el aula e interactúa en la Red.

La universidad prestigia a la ciudad en la que se inserta. Debe hacerse visible en la ciudad. Desde un punto de vista económico incrementa el empleo y los niveles de formación, cualificación y el nivel cultural de la propia ciudad. También la presencia de las universidades en la ciudad constituye un elemento cualificador y dinamizador de la ciudad puesto que sus productos principales: capital humano, conocimiento científico y transferencia tecnológica son claves en la consolidación de entornos innovadores, lo que constituye también un elemento de creación de ciudad, puesto que dinamizan el tejido social local.

En la actual era del conocimiento y de la información es en la interacción sistémica entre la universidad y el tejido social local, en las redes que la universidad promueve o en las que participa, donde se construye lo social y, en definitiva, donde se produce ciudad. En síntesis y expresado gráficamente piensen que ocho de cada diez niños que nazcan hoy trabajarán en oficios que hoy no existen y es en esa interacción sistémica entre la universidad y el tejido social, la mayor garantía de la generación de múltiples oportunidades y sinergias en beneficio de la ciudad.

Los equipamientos, en particular los culturales y deportivos podrían constituir un terreno de cooperación entre las universidades y la propia ciudad. Grandes eventos de masas, culturales y artísticos podrían celebrarse incluso en el campus de la universidad.

La universidad en su aspecto físico: campus, edificios, instalaciones universitarias, centros de investigación, parques científicos, etc. imprime una notable huella espacial en la estructura, tejido y dinámica urbanos. Es por esto que hay que tratar que los edificios sean atractivos, que sean llamativos. Una instalación universitaria ideal sería aquella en la que los habitantes cruzáramos por el medio en lugar de rodearla.

La universidad no puede tener de opositor al Plan de urbanismo local. Debe existir una política de servicios adecuada y estacionamientos suficientes, a pesar de la óptima ubicación existente (cercanías, autobuses, autovía, etc.).

El campus universitario debe ser creador de centralidad, puesto que genera y articula importantes flujos de movilidad, atraen masa y dinámica social y genera a su alrededor efectos multiplicadores sobre la localización de actividades económicas diversas: librerías y copisterías, bares y restaurantes, hostelería, alquiler y compra de vivienda, etc.

El campus universitario actúa también como difusor de la ecología social, mediante la incorporación al territorio de sectores sociales dinámicos: jóvenes, clases profesionales, personas formadas, etc. De forma directa e indirecta, la universidad incide en la mayor oferta y demanda de productos y servicios culturales, a la vez que impacta en el clima cultural de la ciudad. Las universidades de hecho han contribuido a aumentar el nivel de vida y la formación de la población pero también han dado lugar a una dinamización sociocultural de la ciudad puesto que han creado numerosas y valiosas sinergias, y ello es especialmente cierto en la actual sociedad del conocimiento. La universidad ha sido siempre una promotora constante de innovación.

Las universidades con sus sedes, edificios e instalaciones se convierten fácilmente en un referente urbano, pero ante nuestras percepciones también se convierten en un referente que simboliza el conocimiento, la modernidad y la innovación, y que gozan de una alta consideración por parte de la población.

Finalmente, desde el punto de vista histórico y urbanístico la ciudad de Elche recoge desde sus inicios todo un proceso de asentamientos desde la civilización íbera, romana, visigoda, musulmana, etc., que no están lo suficientemente explorados ni explotados. A este respecto, Elche debe intentar ser una sub-sede del Museo Nacional de Madrid para conseguir el traslado de la Dama y lograr constituirse en capital del arte ibérico.

Nuestros dos Patrimonios, El Misteri y el Palmeral deberían darse más a conocer a nivel mundial y no solo a nivel comunitario o nacional.