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Marc Llorente

Teatro

Marc Llorente

Muñeca lo serás tú

Empezamos por el final de la obra. La protagonista deja atrás el pasado y se encamina, por el pasillo central del patio de butacas, hacia un futuro imperfecto que contrasta con el perfecto futuro que le auguramos al espectáculo, segunda parte del drama realista Casa de muñecas, de Ibsen. Así, La vuelta de Nora, del estadounidense Lucas Hnath, es la prolongación del teatro de ideas del dramaturgo noruego con su serie de antagonismos que estimulan el debate de los espectadores, que llenaron el sábado, la noche del atrayente estreno en el Principal. Han transcurrido 138 años desde que el inolvidable personaje de Nora vio la luz en el escenario por vez primera y con protestas del público ante la ruptura del idealismo burgués y de la situación femenina. No se podía concebir que abandonara a su familia en favor de la liberación de las mujeres y que se adelantara a su época para intentar ser ella misma y no una esposa objeto con ese rol fundado por la sociedad. Henrik Ibsen invita a todos a dar el «portazo» para salir a encontrarse a sí mismo. Hnath amplía. «Tenemos que hablar», le dice ella al marido en la pieza de aquel. Y comenzó el teatro moderno. Después de tres lustros, ahora es él quien se lo dice a la aún esposa, escritora feminista pese a todas las dificultades, que vuelve a casa antes de Navidad y la pesadilla regresa por estar fuera de la ley y querer formalizar los papeles del divorcio, para lo que es necesario la firma varonil. Los tiempos cambian, pero la realidad sigue siendo machista y las quejas acontecen en las calles. La excelente laboriosidad de Aitana Sánchez-Gijón conduce el refinado éxito con rigor y naturalidad. Roberto Enríquez compone un enérgico y preciso papel. María Isabel Díaz Lago es la sirvienta, y construye un sensible personaje que también ofrece espinas, como el de Elena Rivera, la hija con el estilo de unas botas y un pantalón vaquero. Pasado y presente se unen con voz contemporánea. La consistente dirección del creativo Andrés Lima debe borrar alguna aspereza en el hermético espacio que luego tiene las ventanas abiertas, símbolo de ventilación. Suena «Woman», cantada por Neneh Cherry. Y los aplausos de pie se prolongan.

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