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Va de viejunos

Allende el año 1995, próximo a Hogueras, se transformaba el Hércules en SAD; es decir, dejaba de ser una Asociación Deportiva, para estrenar vestuario capitalista, lo que en román paladino, lengua romance vernácula, devino en que lo que era de patrimonio de los socios tradicionales, los de Bardín, La Viña, los que idolatraban a D. José Rico Pérez, pasó a ser de unos pocos, empezando por Antena 3, que meses después convirtió la SAD, a la que yo, como consejero delegado, después de un cese exigido por Eduardo Zaplana y ejecutado por su Condottieri Diego Such, señor de la guerra, conocido como el Super Conseller, dejó las cuentas bancarias con un saldo +- de 300 millones de pesetas, déficit cero, y nueve meses la deuda ascendía a mil millones de pesetas, embarazo caro.

A partir de ahí la historia es conocida, y no es menester empezar un domingo de mala uva. Antes de que mi deriva se oriente hacia terrenos peligrosos, retorno a la temporada 95/96, año en que se retornó a 1ª División, gol de Sigüenza, y vuelta a casa desde Extremadura, tres jornadas antes de terminar la Liga.

Y entro ya en faena, aquella temporada, les recuerdo a Marí, Pavlicic, Lledó, David, Gonzalo, Palomino, Paquito, Visnjic, Rodríguez, Valerio, Luismi, Jankovic, Parra, Benito Sánchez, etc, dirigidos por Manolo Jiménez, líderes toda la temporada. Casi todos los domingos se jugaba a las 12 y el partido se retransmitía por Canal Plus. Pues ni con esas, el campo empezó a tener un aforo sabrosón desde el principio, conservo las taquillas que me daba Vicente Compañ, y la más baja fue de 42.000 ?, dando comienzo a la tradición casi desaparecida de la peregrinación desde Luceros hasta el Rico Pérez para ir calentando los partidos.

El consejo de administración estaba trufado de brillantes silenciosos pero eficaces, recuerdan a Fernando Andrés, que sufragó a su costa el primer arreglo en profundidad del césped desde la inauguración en agosto del 74; Santiago Baños, eterno cuidador del campo, felicitado personalmente por Havelange, presidente de la FIFA, tenía una foto de F. Andrés en sus catacumbas del campo, siempre rodeado de gatos que ponían coto a cualquier roedor, y alguna noche con escopeta cargada de sal para pillar a algún dueño de lo ajeno; alguien salió en salmuera y supongo aún seguirá dando un rodeo cuando se acerque al estadio.

Y Emilio Orgilés, ¿se acuerdan? Sale a colación porque a principios de aquella temporada le hice un encargo muy preciso, campo lleno de niños procedentes de toda la provincia. Todo empezó con el Ayuntamiento de Monóvar, lugar de origen de Emilio, 21 autobuses. Y llegó a su cénit con la Marina Alta, reducto che, 67 autobuses, y los ayuntamientos en lista de espera. Y les cuento, normalmente se entregaban gratuitamente a los niños entre 3.000 y 4.000 entradas, acompañados por la Cruz Roja de cada pueblo, y se llevaban otras 2.000 a precios reducidos por si querían venir en familia. Hubo domingos que la recaudación de los familiares superaba a la de nuestra clientela tradicional, la cercana.

Yo puse la semilla, pero el jardinero fiel, Orgilés, se convirtió en el artífice imprescindible de tamaño éxito, el hacedor del milagro de los panes y los peces. Sirva esto para recordar que quién no relee la historia, carece de futuro.

Moraleja: Las SAD crearon clubes con propietarios. Nada que objetar; quien paga, manda. Y libres son de malgastar su dinero, pero si alguien se olvida de que los propietarios de verdad somos los del corazón blanquiazul, los que hacen socios a sus hijos nada más nacer, ya saben, o nos fidelizan o les damos la espalda.

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