El 12 de febrero de 1911 fue colocada la primera piedra del nuevo mercado de abastos, en la plaza de Balmes, y el 31 de octubre del año siguiente fue demolido el mercado antiguo, situado junto a la puerta del Mar. Provisionalmente, los puestos de venta fueron trasladados a la calle San Fernando y adyacentes, pero aquella provisionalidad duró diez años.

La razón de tanta demora en la construcción del nuevo mercado residía en los problemas económicos que padecía el Ayuntamiento. Hasta finales de 1914, la Junta de Obras del Puerto no abonó al consistorio las 251.613 pesetas en que se tasaron los terrenos del mercado antiguo que le fueron cedidos.

En 1915, el alcalde Federico Soto ordenó que los puestos de venta se establecieran en la avenida de Méndez Núñez, lo que ocasionó graves perjuicios para los vecinos de esa parte de la ciudad, debido a las escasas condiciones de higiene y saneamiento que acarreaba la falta de agua corriente. En los diarios de la época aparecen numerosas quejas de residentes y de los propios periodistas, a lo largo de nueve años en que duró la instalación del mercado al aire libre en este céntrico paseo, cuya escalinata había sido desmontada y retranqueada.

Especulaciones y subastas fallidas

La explanación del terreno donde debía levantarse el nuevo mercado comenzó en 1915, pero la obra se paralizó muy pronto debido a los problemas económicos del Ayuntamiento.

Hasta dos veces se declararon desiertas las subastas que convocó el Consistorio para adjudicar las obras de cimentación y sótanos del edifico en la plaza de Balmes y aledaños. En una tercera subasta, celebrada el 18 de mayo de 1915, acudió un único postor, Emilio Drapier Ezquerra, a quien se le adjudicó la obra por algo más de 78.000 pesetas. Pero Drapier renunció y un mes después el Ayuntamiento aprobó conceder la contrata a favor de Germán Samper Castellote, quien cedió dicho contrato en febrero de 1916 a Manuel López López.

Mientras tanto, la corporación municipal no encontraba compradores para los terrenos que había ocupado el antiguo mercado y que no había pasado a depender de la Autoridad Portuaria. Después de un intento fallido de vendérselos entre los años 1915 y 1916 a una empresa francesa, representada por Juan de Dios Mele, se convocaron dos subastas para la enajenación de los terrenos que ocupara uno de los dos edificios del antiguo mercado, conocido como Plaza de la Carne, por 250 y 200 pesetas el m² respectivamente, que quedaron desiertas.

En sesión celebrada el 7 de abril de 1917, el alcalde Ricardo Pasqual del Pobil informó de que había una oferta de compra de una gran parte del terreno antes aludido, por 170 pesetas/m². No mencionó el nombre del ofertante, pero consiguió la aprobación del pleno puesto que con ese dinero (aun siendo bastante inferior al tasado en un principio), podría pagarse las cien mil pesetas que costaba terminar la cimentación del nuevo mercado. Pero la operación no llegó a concretarse porque, según el alcalde, el comprador exigía que su oferta estuviese libre de todo gasto.

En sesión del 8 de junio se conoció el nombre del ofertante, al leer el alcalde una carta del ex alcalde Federico Soto, quien deseaba comprar el terreno para edificar no a su nombre, sino al de su esposa, María Chápuli de las Faces. La oferta era la misma (170 pesetas/m², sin gastos) y fue aceptada. El día 20, se concedió además autorización para que la esposa del ex alcalde construyese un edificio en el terreno adquirido (en la actual Explanada, con fachadas a las calles Ingeniero Lafarga y San Fernando), eximiéndole del pago de la licencia de obras.

No era la primera vez que un ex alcalde se aprovechaba de la información que poseía y de las dificultades económicas por las que atravesaba el Consistorio. Como recordaba el cronista Enrique Cutillas, «en 1842 tras dejar la alcaldía, Mariano Oriente se quedaba para edificar el antiguo hospital de la calle Montengón. Y años más tarde, otro ex alcalde, Amérigo, compraba el convento de Dominicos y edificada el edificio y pasaje que hoy conocemos».

El resto del solar donde anteriormente había estado la Plaza de la Carne fue vendido a la familia Lamaig-nère.

El edificio en ruinas de la vieja Plaza de las Verduras fue vendido el 16 de mayo de 1918 a Enrique Carbonell Antolí, quien construyó en su lugar la conocida Casa Carbonell.

El Ayuntamiento cobró 135.393,10 pesetas por la venta del terreno de la Plaza de la Carne (compradores Chápuli y Lamaignère) y 158.010 pesetas por el de la Plaza de las Verduras (Carbonell). Sumadas estas cantidades al dinero pagado por la Junta de Obras del Puerto por el resto de los terrenos del antiguo mercado, el total obtenido por el Consistorio era de 506.792,86 pesetas. Pero como ya se habían gastado 292.861,56 pesetas en expropiaciones, compra de terrenos en la plaza de Balmes y cimentación, el dinero que quedaba no alcanzaba para satisfacer el presupuesto de construcción del nuevo mercado, revisado al alza debido a la demora de cuatro años, y que ascendía a 548.931,50 pesetas. Faltaban 335.000 pesetas.

El nuevo mercado de abastos

El Ayuntamiento nombró el 14 de junio de 1918 a un nuevo arquitecto municipal, Juan Vidal Ramos, quien sustituiría el 9 de julio de 1920 al ingeniero Próspero Lafarga en la dirección de las obras de construcción del nuevo mercado.

La Caja de Ahorros y Monte de Piedad aprobó en 1920 un préstamo de 900.000 pesetas para que el Ayuntamiento pudiera continuar las obras, que concluyeron, en cuanto a la primera sección del mercado, al año siguiente. Pero la inauguración oficial no se llevó a cabo hasta el 12 de noviembre de 1922. Al acto asistieron, entre otras personalidades, el ministro de Gracia y Justicia José Francos Rodríguez, y la viuda e hijos de José Canalejas. Mientras la Banda Municipal tocaba la Marcha Real y se disparaba una salva de artillería, el presidente de la Caja de Ahorros, José Guardiola Ortiz, hizo entrega al alcalde Antonio Bono Luque del nuevo edificio, que tenía una estructura basilical, de planta alargada y una rotonda lateral. La monumental fachada principal daba a la avenida de Alfonso el Sabio.

Al año siguiente, se amplió el mercado con una segunda sección destinada a los puestos de frutas y verduras, construyéndose tinglados de estructura metálica en la parte posterior, por valor de 53.000 pesetas más 20 pesetas por m² de cubierta de uralita.

Tras la guerra civil y hasta 1962, el parque de bomberos ocupó los sótanos del mercado.

Entre 1964 y 1966 hubo de ejecutarse obras urgentes de consolidación del mercado. A finales de 1980 se rehabilitó el edificio y fueron trasladados al sótano los puestos de frutas y verduras, quedando en superficie una plaza (actual 25 de Mayo), sobre la que se construyó en 1994 una marquesina para los puestos de venta de flores.

Otros mercados municipales

En 1945 se construyó el mercado de Benalúa, según proyecto del arquitecto municipal Félix de Azúa, en el mismo lugar adonde había sido trasladado en 1900 el mercado de García Calamarte, y donde posteriormente estuvo el Laboratorio Municipal.

El 1 de octubre de 1958 fue inaugurado el mercado de Carolinas, sobre un proyecto de 1948, ubicado entre las calles San Mateo, San Pablo, Dato Iradier y Gasset y Artime.

A partir de 1974, la lonja de frutas y hortalizas instalada en la carretera de Madrid, propiedad de la empresa mixta Mercalicante (con el 51% de acciones del Ayuntamiento) empezó a crecer, convirtiéndose en un gran centro de recepción y centralización de productos alimentarios.

En octubre de 1982 fue inaugurado el mercado de Babel (calle Pardo Gimeno esquina Miguel Hernández), construido por la empresa de capital estatal Mercasa, según proyecto del arquitecto Horacio Domínguez López.

En 2007, el Ayuntamiento de Alicante editó, en dos tomos, «Mercados de Alicante: mil años de historia».

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