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Ramón Pérez

Como decíamos ayer

Ramón Pérez

El Hércules y la carabina de Ambrosio

Cuenta la leyenda que en el siglo XIX, Ambrosio, un labrador sevillano harto de vivir entre penurias y agobiado por las deudas se echó al monte para ejercer de bandolero. Para ello llevaba una carabina inservible que evidentemente de poco le sirvió. No sólo no salió beneficiado de ningún atraco, sino que los propios asaltados se tomaban a risa el intento porque Ambrosio era una persona buena y muy conocida en la comarca. Él, desolado, siempre pensó que la culpa del poco respeto que imponía la tenía su vieja y destartalada carabina. Y de ahí nació el dicho popular de ser tan inofensivo como la carabina de Ambrosio. Algo así le pasó al Hércules en sus dos últimas temporadas en Segunda División B, ninguneado por rivales, árbitros y por el propio azar. Muy poca herramienta para salir de un atolladero del que te mimetizas nada más llegar. A estas alturas ya no es ningún secreto vocear que últimamente el Hércules imponía tan poco como el pobre Ambrosio y su roído fusil. El club, con propósito de enmienda, captó el pasado verano a Planagumà y el tiempo le da cada semana la razón. El objetivo no es otro que volver a imponer el rango de coronel que por galones le corresponde al Hércules en la tercera categoría del fútbol español. Pero con matices. El técnico catalán ya avisó en la previa del partido de ayer ante el Atlético Levante de que no quieren caer en la trampa del halago. Que debilita, como decía Luis Aragonés. Planagumà quiere mentalidad y actitud de soldado raso para tener privilegios de alto cargo. Y los hechos le van dando la razón. Precisamente ayer el Hércules dejó vivo a un filial granota con carcasa de cadete, pero con esqueleto de oficial. No vendió barata su piel en su visita al Rico Pérez con Tevenet y Juan Delgado y terminó con más botín, quizá, del merecido. Y eso que este Hércules ya no salta al campo con la carabina de Ambrosio. Ahora lo hace con otro tipo de artillería, aunque ayer no apareció. Quizá deba entrar Emaná de inicio tras su lesión y liberar así a Carlos Martínez. Porque el Hércules ya no quiere ser un bandolero de medio pelo, sino un dandy de guante blanco. En el camino está porque, pese a dos tropiezos seguidos en casa, continúa como líder.

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