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José María de Loma

Ridículo políglota

Quim Torra ha enviado una carta a Donald Trump pidiendo que medie en Cataluña. Definitivamente, Torra es un iluso. No por creer en la independencia de Cataluña y sí por pensar que Trump sabe dónde está Cataluña. Si es que sabe dónde está España y qué pasa allí. También ha enviado una carta al Papa, que bastante tiene con ganar fieles, salvarnos del infierno y practicar la encomiable diplomacia vaticana como para ocuparse de las venates que le puedan dar a políticos regionales. Confieso que no le leo, podría decir el Papa. Torra no le daría la absolución. Por último, y como prueba de ese furor postal, de ese ataque de grafía, de esa torrencial prosa incontenible, el president también ha escrito a Pedro Sánchez. En inglés. Todo en inglés. Con eso, no desprecia al español, como tanta gente está diciendo. Desprecia al catalán. No se fía de que alguien pueda leer una carta en catalán, de que alguien pueda mandarla traducir.

Torra nos torra y el hartazgo con la cuestión catalana es peor que un empacho de butifarra. Hasta ellos, los indepes parecen divididos. Los mossos, que son catalanes, pegan a los de los Comités en Defensa de la República, que son también catalanes. Estas hostias intercatalanas no corresponden al imaginario idílico del (muy minoritario) supremacismo, que sueña con unos catalanes puros que se amen como hermanos y prietas las filas odien juntos a los españolazos.

Cualquier día habrá un muerto y Torra lo lamentará en inglés. O se hará el sueco. Con su apremio a los citados comités a que «aprieten» está claramente incitando al desorden y el golpe. Está a un cuarto de hora de ser un iluminado. Con lo cara que está la luz. Torra continuará escribiendo, lo cual es una alegría para los periodistas, un incordio para los receptores y una desgracia para la literatura. Si se editan sus obras completas serán en inglés. Con ello se garantiza que su número de lectores sea lo que en definición científica podríamos llamar «ni Cristo».

Torra escribe a Sánchez pero Sánchez las únicas cartas que está ahora en condiciones de barajar son las electorales. O sea, cuándo convocar. A Torra habría que responderle en castúo, bella habla extremeña. O en portugués rayano, subdialecto del portugués alentejano hablado en Extremadura, íntimo por cierto del portugués oliventino. Por ejemplo. Para que al menos, aunque sea en el gremio de traductores, cree algún puesto de trabajo. Y para que vea que sí, que en efecto, la diversidad de España es amplia. Y no por eso las identidades incompatibles. Pero es inútil. Habla y escribe. No escucha.

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