Otro millonario digital que compra otra gran publicación a precio de ganga. Marc Benioff, uno de los magnates de la nueva economía, se ha hecho con la revista Time por apenas 162 millones de euros. Sigue los pasos de Jeff Bezos (Amazon) con The Washington Post; Patrick Soon Shiong, con Los Angeles Times y Lauren Powell Jobs -viuda de Steve-, con The Atlantic. Ya no es un hecho aislado. Se puede incluso hablar de tendencia.

Los Midas de lo intangible, rebosantes de dólares, se han encaprichado de grandes cabeceras de papel. Algo tendrá lo tradicional cuando les tira tanto. En realidad, deberíamos hablar del matrimonio Benioff, Marc y Lynne. La compra la han hecho los dos. Marc, siendo ejecutivo de la poderosa Oracle, pionera de Silicon Valley, decidió independizarse y crear su propia empresa. En un piso de alquiler dio a luz Salesforce.com, que ofrecía a todo tipo de empresas software de gestión a medida desde la nube. Fue un pelotazo. Del piso de alquiler ha pasado, en menos de 20 años, a la Salesforce Tower en San Francisco, el segundo rascacielos más alto al oeste del Mississippi. Benioff no es demasiado rico -apenas está entre las 150 primeras fortunas de Estados Unidos-, pero tiene fama de gran filántropo y hombre campechano. Así lo demuestra en una entrevista en el New York Times. No es una entrevista al uso. Nada más conocerse la compra de Time, la conversación tuvo lugar a través de mensajes de texto mientras el millonario disfrutaba de un masaje. Debe de ser el periodismo nuevo. El entrevistado incluso envió al periodista el emoticono correspondiente: un hipster con los ojos cubiertos por dos relajantes rodajas de pepino. Sería imposible una imagen más ajustada a los nuevos tiempos. En la entrevista vía WhatsApp, el magnate se declara fan de las redes sociales. «I love Twitter», proclama. Lo ama tanto que, si no llegan a quitárselo de la cabeza sus asesores, hubiera comprado la empresa de Jack Dorsey. El periodista le pregunta si, a punto de cumplir 54 años, le queda algún sueño por realizar, y responde jovial que él vive como un principiante. Es más, reproduce un pantallazo con una cita de Suzuki, maestro zen: «En la mente del principiante hay muchas posibilidades; en la mente del experto hay pocas». Es tan Silicon Valley. ¿Se puede ser más trendy? Cuando el periodista le plantea que si cree que las entrevistas de Time van a ser más incisivas que ésta, el millonario responde con otra cita: «Me he dado cuenta de que solo puedo ser yo mismo; todos los demás ya tienen pareja» ( Oscar Wilde). La entrevista termina de una forma más desenfadada aún, con Benioff ofreciéndole al periodista el teléfono de Paulene, su «maravillosa» masajista.

Este hombre, tuitero y amante de las citas en plan Paulo Coelho, es hoy el depositario del legado de Henry Luce (1898-1967), el hombre que inventó, antes de la llegada de la televisión, la revista moderna. El hombre que a los 23 años abandonó su confortable trabajo de periodista en una gran cabecera para crear la revista de sus sueños; en eso se parece a Benioff. Con solo 25 años, puso en la calle la revista que revolucionaría el periodismo del siglo XX: Time. Luce fue el inventor del llamado estilo Time, una forma de titular inteligente y agresiva, copiada en el mundo entero. Inventó secciones tan emblemáticas como People (Gente) o Milestones (tránsitos, obituarios, bodas?). Y sobre todo creó esa portada enmarcada en rojo, que todavía hoy esperan con ansiedad todas las semanas dos millones de lectores (un millón menos que hace diez años). Hasta las propias redes sociales convierten en un acontecimiento semanal el mensaje artístico y periodístico de la cubierta. Y es que una portada de Time cuenta más con una imagen y dos palabras que caudalosos ríos de tinta. Todavía hoy se mide la relevancia de un personaje por el hecho de ser portada de Time.

Benioff, al que tanto gustan las citas, debiera ponerse en el despacho el viejo lema de la revista, tan vigente como el primer día: «Today, information means everything» («Hoy, la información lo es todo»).