Me decía ayer mi buen amigo Gorgias que el mundo está repleto de insensatos y yo me quedé un tanto perplejo por tamaña afirmación. Le pregunté intrigado por qué era tan contundente a la hora de calificar así a infinidad de desconocidos que pululan por esos mundos de Dios y su respuesta no se hizo esperar.

Con su flema habitual y ese equilibrio en la oratoria que solamente en él reconozco, me comentó que acababa de cruzarse con un antiguo compañero de un máster en comunicación política. En principio nada hay de extraño en eso, me dijo, pero no recordaba lo sumamente ufano que era y sigue siendo, además de un auténtico cuzo de libro. Me ha confesado que se ha metido en política y que pretende dar un giro a esta pequeña ciudad. Yo, con torpeza, le he recordado que siempre renegó de ejercer la política activa, pero me ha dejado de piedra cuando ha empezado a soltar, uno tras otro, todos los entresijos de lo que se está cociendo en el gobierno municipal.

Con toda la prudencia de la que soy capaz, le he mencionado que yo milito en un partido político en oposición con el suyo, pero esto no ha sido acicate para que siga largando de unos y de otros sin ningún pudor. Ha estado más de una hora criticando sin parar, hasta el punto de que no he podido decir absolutamente nada y, para colmo, se ha permitido la licencia de darme un consejo que ni le he pedido ni lo necesito para nada.

Lo más tedioso ha sido, sin duda, cuando a abordado temas de los que, sinceramente, no tiene ni la más remota idea, algo que me resulta cansino, desquiciante y perturbador. Encima tiene la desfachatez de contar un chiste grosero en mitad de un argumento, que aunque no venga a cuento, lo suelta como una lindeza más de su patético discurso.

Me ha revelado secretos de cada uno de sus íntimos amigos que me han llegado a avergonzar hasta el sonrojo. Pero no había forma de que me escuchara, seguía sin detenerse un instante ni para respirar. No contento con todo lo anterior ha echado mano de su móvil y me ha mostrado fotos comprometedoras que yo preferiría no haber visto jamás.

Como ves, este perfil de indiscreto es uno más de los muchos que tenemos en la sociedad, son cercanos, insensibles, empalagosos y un peligro para sí mismos y, por supuesto, para sus familiares, amigos y conocidos. Lleva mucho cuidado en quién depositas tu confianza, porque puedes tener a un indiscreto más cerca de lo que imaginas.