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Matías Vallés

Matas, más barato que un chiste de Carrero

Por muy extinguida que se halle la fiscalía Anticorrupción, la negociación con Matas parece encomendada a quien le vendió a Marco Asensio al Real Madrid por solo tres millones de euros. Cambiar una petición de doce años de cárcel por 18 mil euros, y hacerlo en nombre de los ciudadanos, no es un pacto. Es una entrega humillante, salvo para quienes pretendan comer en un tres estrellas Michelín por cinco euros, por aportar un ejemplo en sintonía con los dispendios que el ministro de Aznar normalizó en el Govern.

El president Matas se alojaba en habitaciones de hotel a 500 euros la noche, por ejemplo, en la expedición del prostíbulo moscovita Rasputín, así que la cantidad asignada por un menú confesado de prevaricación, malversación y fraude debe parecerle más que asumible. Lo caro le sale barato. El rosario de delitos que arrastra Matas en Over Marketing, por no hablar de su status de reincidente con seis condenas precedentes, le ha salido más barato que un chiste sobre Carrero. O que un rap que envía a Urdangarin a un Burger King, por hablar de delitos que una fiscalía caracterizada por la unidad de acción tasa en años de cárcel sin posible redención económica.

De no ser por la confesión, hubiera sido preferible absolver a Matas, para evitar el espectáculo no muy alentador de la supresión de facto de la condena. Y nadie puede garantizar que el acreditado experto en marrullerías recurra a continuación al Supremo, para conseguir una rebaja adicional en la pena o para negar los delitos que ahora asume.

Así lo hizo en el caso Infanta, donde su abogado se vio obligado a confesar en su nombre, porque el ministro de Aznar había vuelto a presumir ante el tribunal de su extraordinaria contratación de Urdangarin.

Contemplando el juicio del caso Over con los ojos del momento en que se produjeron los hechos, supone un mazazo para Matas y Rodríguez, que nunca hubieran imaginado un banquillo a su medida. En la actual tesitura del ministro preso, ha sellado un triunfo con su condena de calderilla.

Y cualquier parecido con los contratos masivos de Més a su jefe de campaña no es mera coincidencia.

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