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Juan José Millas

Enderezar la nave

La “entrada en pérdida” es un fenómeno aerodinámico de difícil explicación para la gente de letras. Pero cuando un avión entra en pérdida lo notamos. Y cuando una sociedad entra en pérdida también. El vértigo de la caída provoca un estremecimiento en las vísceras, incluso cuando se cae por diversión, como en la montaña rusa. Hace mucho tiempo que, socialmente hablando, hemos entrado en pérdida. Caemos y caemos, aunque a ratos la nave se equilibra trasmitiéndonos la falsa impresión de remontar el vuelo. La frase de Sarkozy según la cual se imponía refundar el capitalismo fue uno de esos instantes de tranquilidad. Pensábamos ingenuamente que el capitalismo, dados los escándalos que había proporcionado al mundo, se iba a dejar meter mano. Pero ahí lo tienen, más fanfarrón que nunca, más cruel que en sus peores momentos, más narciso que un bebé recién amamantado.

Debería haber leyes antimonopolio que afectaran a la realidad, de modo que existieran realidades alternativas a las del capitalismo financiero. La realidad, ahora mismo, es un plato de lentejas. ¿Qué hacer? Tomarla, claro, para no quedarte fuera de juego, aunque lo normal es que sea ella la que te tome a ti. Te toma cuando quiere y te excluye cuando le da la gana. Nuestras ciudades están llenas de gente excluida. Hubo un tiempo en el que la realidad tenía márgenes, lo que le permitía a uno ser un marginal. La marginalidad era con frecuencia una elección. Pero los márgenes han desaparecido también. Se está perdiendo la graduación, o la gradación: desde la clase media a la indigencia solo hay un paso. Un día te levantas con el pie torcido, lo metes donde no es y acabas en la calle, que no en el margen.

Hay gente que percibe a tiempo la entrada en pérdida y logra enderezar su vida solo o con la ayuda de la familia. Pero a veces no da tiempo ni a pedir socorro. Un día duermes en tu cama de siempre y al siguiente, como ocurrió hace poco con un matrimonio de ancianos en Oviedo, has de pasar la noche en un banco del parque, sin otro apoyo que la mano del cónyuge, que está tan asustado como tú. Nos preguntamos si hay por ahí algún piloto (o algún político) que se haya dado cuenta de que la aerodinámica ha comenzado a fallar. Para enderezar la nave.

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