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Arturo Ruiz

Sonríe Alicante

Para volver a ser el alcaldable de la gaviota, Barcala ha contraído dos méritos en los que sudó sangre

José Císcar, que para eso es el jefe popular en esta tierra, lo ha resumido con intachable maestría: « Luis Barcala se ha ganado a pulso el derecho a ser el candidato del PP en Alicante», dijo el sábado durante el cierre de una convención del partido. Lo de «a pulso» no es ninguna exageración. Para volver a ser el alcaldable de la gaviota, Barcala ha contraído dos méritos en los que sudó sangre: el primero, pasar por casualidad por el sitio y el momento adecuados, justo cuando la izquierda puso en práctica el más brillante ejercicio de autodestrucción política de los últimos decenios y el PP, tan sorprendido como el resto del personal por el naufragio de Echávarri y sus herederos, no tenía en ese instante más que a Barcala a mano para recoger el regalo a pesar de que no habían pensado ni por asomo en él como candidato. Y como no lo había hecho, incluso ya con Barcala de primer edil apareció aquella famosa carta del entorno de Jose Miguel Saval, hombre de Císcar, intentando segarle los pies al alcalde recordando su pasado junto a Castedo. Así que el segundo mérito de Barcala es haber resistido la artillería de su propio partido y de la que se refugió cuando firmó el famoso pacto de la horchata con el nuevo líder de Génova, Pablo Casado y junto a César Sánchez, otro superviviente nato. Y eso el que mejor lo sabe es el propio Císcar, que puso al alcalde alicantino toda clase de trincheras para ver si de alguna no salía. Ahora bien, el sábado el presidente popular, quizás ya demasiado entusiasmado por eso de que ahora todos somos amigos, exageró un poco al añadir que «Alicante es una ciudad que sonríe» desde que Barcala es alcalde. Teniendo en cuenta toda la pólvora que nos hemos disparado dentro y que fuera hay un fiscal que sigue preguntando sobre la forma en la que Nerea Belmonte franqueó la llegada del PP al poder, eso de la sonrisa quizás ya sea estirar demasiado el pastel.

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