Es un político conservador que aspira a gobernar. Pero podía ser otra cosa y esta comedia sería la misma. Sin embargo, el autor alcoyano Tirso Calero ha preferido esta opción para imprimir un toque más actual y hacer breves alusiones a la corrupción. En cualquier caso, Aguacates quiere ofrecer, sobre todo, un divertido enredo con problemas e incidencias que van teniendo lugar entre tres personajes de vacaciones. La joven hija, el padre recién divorciado y su mejor amigo. Y uno más. Un hippie que aparece en la casa de una playa. Estos son los mimbres del lío que asumen, respectivamente, Lucía Ramos, Jesús Cabrero, Juanjo Artero y Ricardo Saiz. Es verdad que el género cómico busca la risa del espectador ante el ridículo proceder, los trucos y engaños, y que las exageraciones sainetescas y de vodevil pueden resultar cargantes, aunque no a todos. Esa papeleta la acoge Juanjo Artero con mucho ardor, acentuaciones constantes y disimulos a la vieja usanza para tapar lo que el público conoce pero ignora el amigo del alma y padre de la criatura de 18 años, cuyo apetito la empuja al sexo y a enamorarse incontroladamente. No del hippie que es gay, sino del otro. Ricardo Saiz, sin exagerar su papel por fortuna, vocaliza de una manera a la que le falta un tono de sinceridad y convicción. Lucía Ramos apunta muy bien y nos convence con naturalidad, del mismo modo que Jesús Cabrero nada en idénticas aguas. Los prototipos, los tópicos, la superficialidad y la enredada madeja intentan sorprender y estiran el asunto bajo la fluida dirección de José Saiz. «Porque la vida solo se vive una vez» es el lema en estas escenas de Tirso Calero, que tocan las diferencias generacionales ligeramente, la amistad, las decepciones, las mentiras, los anhelos o la identidad propia. Larga travesía para acceder, en el coliseo alicantino, al principal punto de atención. La necesidad de ser auténtico, no un «fraude», según dice el político conservador, a la hora de pensar y actuar. Lejos del trillado guion de cada día. ¡Cuestión de echarle aguacates! Vean el doble sentido y el interés del personaje de Artero. Una plantación y salir de su problema económico y personal. Y el público disfruta.
