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Joaquín Rábago

Dinero público

No sé qué idea tienen no ya sólo algunos dirigentes políticos, sino, como ahora vemos también, ciertos señores catedráticos del dinero público.

Informaba el otro día un diario de ámbito nacional de los abusos que habían hecho de ese dinero en el Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos. Es decir, la misma Universidad de algunos de cuyos másteres están en entredicho porque se regalaron supuestamente a políticos, entre ellos a alguien que aspira a gobernar este país.

Detallaba el diario que publicó esa información diversos gastos que se habían hecho con cargo a las tarjetas y cuentas del citado instituto de las que era titular su máximo responsable. Gastos que correspondían, ¿cómo no?, a estancias en hoteles de lujo, visitas turísticas, billetes de avión, tecnología electrónica y, algo que suele ser habitual cuando se trata de dinero ajeno: mariscadas y otros festines. Gastos difíciles si no imposibles de justificar dado que se realizaron, según esa información, en fines de semana o períodos no lectivos. Se gastaron, pues, cientos de miles de euros de dinero público -incluidos al parecer el autopago de sobresueldos- sin que nadie se diera cuenta, sin que existiera el mínimo control interno o externo.

No se trata de un caso aislado, sino por desgracia muy extendido en un país donde el dinero público parece que no es de nadie. Y no hablamos sólo de abusos que saltan a la vista como el fraude andaluz de los ERE, el caso Palau de Cataluña o los numerosos escándalos de corrupción del PP de Madrid o de València.

Porque, ¿no tiene que pagar también el Estado con dinero que es de todos indemnizaciones millonarias por desmanes, abusos o errores cometidos tantas veces por responsables políticos mientras se deja que estos se vayan de rositas?

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