A raíz de la estratosférica marca del corredor keniano Eliud Kipchoge en el pasado Maratón de Berlín de 2 horas, 1 minuto, 39 segundos, ha surgido el debate de dónde están los límites físicos del ser humano en esta modalidad deportiva. Y si podrá rebajarse la barrera histórica de las dos horas en una prueba brutalmente dura en la que la fortaleza física y el aguante deben ir acompañados de una extraordinaria fuerza mental, sin la que es imposible poder combatir los innumerables frentes que se le pasan a un deportista en una prueba de larga duración, y donde la dureza mental es capital para combatir los constantes momentos de crisis que pueden surgir en una competición tan dura.

Sin embargo, esta cuestión de los límites físicos en una prueba deportiva también se puede y debe trasladar a los límites de todo tipo que las personas se presentan y representan todos los días en cada una de las esferas de la vida. Porque en todos los terrenos se plantea cada uno si se podrá superar una prueba concreta, si se podrá alcanzar un objetivo, llegar a una meta laboral o personal, o podrá combatir una enfermedad concreta. Y todo depende de la voluntad con la que cada uno quiera plantearse estos objetivos. Y ello, claro está, siempre que esos objetivos sean razonables. Porque resulta evidente que si el objetivo está fuera claramente de las posibilidades de la persona no estamos hablando de que se pongan límites, sino de introducir frustraciones personales en la vida diaria de cada uno.

Cada persona conoce sus limitaciones, pero debe conocer también sus posibilidades, y un elemento clave es que no se debe uno mismo subestimar acerca de lo que es capaz de alcanzar. Tampoco de ponerse objetivos inalcanzables claramente, ni minusvalorarse ante los que se le pueden plantear. La clave consiste en buscar un término medio, o un equilibrio en las posibilidades u opciones que le surgen a cada persona y cómo hacerles frente, así como poner los medios para que esos fines se puedan conseguir.

Por otro lado, tampoco es recomendable ponerse objetivos sencillos de alcanzar para que la frustración sea la mínima, porque ello conllevará la relajación y la falta de tensión diaria en la posible manera de afrontar esos retos, que si son sencillos de alcanzar tampoco el cuerpo ni la mente tendrán que llevar a cabo un importante esfuerzo para poder llegar a esos fines.

Otra cuestión relevante es que tampoco conocemos en realidad dónde están los verdaderos límites de cada uno, y puede que a alguno le sorprendiera conocer de lo que es capaz si pusiera toda la carne en el asador alguna vez para conseguir fines que nunca ha pensado que podría alcanzar. El tema de la práctica deportiva y las pruebas de fondo es uno de los ejemplos más importantes de lo que puede hacer una persona si se lo propone, ya que la mente y el cuerpo están muchas veces infravalorados y, sobre todo el primero, ya que suele decirse, y con razón, que no estamos explotando ni al 30% lo que somos capaces de extraer de nuestro cerebro.

Pero esta aventura en lo desconocido que nos supone el saber o adivinar hasta dónde podemos llegar marca la distinción entre quienes consiguen más objetivos en la vida que otros, porque la comodidad nos hace en muchas ocasiones perder oportunidades desconocidas y que como no nos atrevamos a saber qué hay detrás puede que nunca conozcamos las opciones y posibilidades que cada uno de nosotros tenemos.

Otra cuestión que echa hacia atrás a muchas personas es el miedo al fracaso, a fallar en ese objetivo que nos habíamos planteado y que no sabemos si podremos conseguir. Pero solo hay una manera de conocerlo, y es intentándolo, y darte un golpe una y otra vez hasta que lo consigas. Porque los logros a la primera son ciencia ficción. Lo adecuado es que cada uno sepa tomar la medida de sus posibilidades, no se plantee objetivos irracionales, sino bien ponderados, ponga los medios adecuados y actúe en consonancia a todo ello. Nunca sabremos hasta dónde podremos llegar si no lo intentamos. Y a buen seguro alguien bajará algún día en esta dura prueba del maratón de las dos horas. Como en la vida misma algún día alcanzaremos objetivos ahora impensables de lograr, como la paz, la adecuada convivencia, la no violencia entre las personas y una mejor concordia entre todos. Pero la cuestión es si se están poniendo los medios para conseguirlo.